jueves, 23 de diciembre de 2010

Alvin Toffler y la Globalización.

UN MUNDO DESPREVENIDO

Alvin Toffler. La revolución de la riqueza (2006). Páginas 127, 128.

En 1900 se celebró en París la entrada del nuevo siglo con una Exposición Universal dedicada al progreso, y el periódico Le Figaro, conteniendo apenas el entusiasmo, cacareó: “¡Qué afortunados somos por vivir este primer día del siglo XX!”. Una de las causas del su entusiasmo era el avance del mundo, yal como lo entendían las naciones ricas, hacia la integración económica mudial, un proceso racional que, a través de los cambios territoriales y de las relaciones políticas, haría florecer las economías.

Como los auténticos creyentes de la actual globalización económica, los economistas hablan entusiasmados del modo en que el mundo se ha ido uniendo progresivamente con pernos y grapas. El comercio exterior, en términos porcentuales de la producción mundial, había crecido casi nueve veces entre 1800 y 1900, una parte del cual iba hacia las colonias de Asia y África. Cualquiera que proyectase esas tendencias hacia adelante, habría llegado a la conclusión de que el proceso de globalización económica se habría completado mucho antes del año 2000. Pero las tendencias no duran indefinidamente, al futuro no se llega en línea recta y el mundo no estaba preparado para lo que ocurrió a continuación.

A los catorce años de la Exposición Universal, las “grapas” o “pernos” se soltaron, y el matadero de la Primera Guerra Mundial interrumpió violentamente los flujos del comercio y capital. En 1917 llegó la Revolución bolchevique; en los años treinta, la Gran Depresión; la Segunda Guerra Mundial en 1939.1945; la toma del poder por los comunistas en China, en 1949m ym desde la década de 1940 a la de 1969, las sucesivas descolonizaciones de la India, África y Asia.

Todos esos acontecimientos, junto con la profusión de otros más pequeños y menos visibles, hicieron añicos tratados comerciales establecidos desde mucho antes, estimularon el proteccionismo revanchista y provocaron violencia e inestabilidad, desanimando el comercio transfronterizo, la inversión y la integración económica. En resumen, el mundo atravesó medio siglo de desglobalización.


MÁS CAPITALISTA QUE TÚ

Alvin Toffler. La revolución de la riqueza (2006). Páginas 128, 129.

En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos, con su base industrial intacta, e incluso fortalecida por la guerra, necesitaba mercados para exportar sus productos y, sobre todo, su capital. El mundo estaba hambriento de productos estadounidenses, a menudo los únicos disponibles.

Por otra parte. La tecnología avanzada hacía más barato y fácil servir a mercados más grandes que los mercados nacionales. Convencidas de que la reintegración económica mundial serviría a sus propósitos, al tiempo que fomentaban el crecimiento general de la economía, las élites estadounidenses se dedicaron a crear mercados transfronterizos mediante los que atravesar bienes, capital, información y conocimientos que podían circular nuevamente con un mínimo de fricciones. Y la forma adoptada entonces fue la de una cruzada ideológica por la reglobalización.

En fecha tan reciente como 1990, vastas regiones del mundo seguían esencialmente cerradas al intercambio no conflictivo de bienes, monedas, personas e información. Solo mil millones de personas vivían en alguna forma de economía abierta. Pero hacia 2000, según algunos cálculos, esa cifra había aumentado hasta cuatro mil millones.

Solo China, con más de mil millones de personas, se comprometió con el “socialismo de mercado”, quizá mejor definido como “capitalismo social”, y abrió sus puertas a las fábricas extranjeras, a los productos y al dinero. La Rusia poscomunista alentó la inversión extranjera. La Europa oriental y algunas antiguas repúblicas soviéticas del Cáucaso y Asia Central la siguieron. Buena parte de América del Sur, incentivada por Estados Unidos y liderada por Chile y Argentina, desreguló, privatizó, invitó al capital de Wall Street y se convirtió durante una época en “más capitalista que tú”.

También las monedas, como hemos visto, dejaban progresivamente sus países de origen. Se expandió la dimensión espacial no solo de las empresas gigantescas, de la implantación mundial, sino también de otras firmas pequeñas, incluso empresas de aldeas remotas, fundadas con microcréditos y conectadas a internet, lo que estimuló una vez más el ensueño de una economía mundial plenamente integrada, una economía en la que no quedase fuera de su alcance ninguno de los quinientos diez millones de kilómetros cuadrados de la superficie de la Tierra. Los reglobalizadores estaban encantados.


AUTÉNTICOS CREYENTES

Alvin Toffler. La revolución de la riqueza (2006). Páginas 132, 133, 134.

Hoy día se da una difusa –ciertamente, mundial- controversia sobre los beneficios y costes de una mayor integración transfronteriza. Una cosa está clara: la vida es injusta, y la integración económica y sus consecuencias espaciales no proporcionan un “terreno de juego en igualdad de condiciones” (un concepto metafísico, carente de existencia real).

No hace falta repetir todos y cada uno de los argumentos sobre los costes y beneficios de ampliar la dimensión espacial y las economías en proceso de mundialización. Incluso identificar con precisión los pros y los contras es más complejo de lo que parece. El economista húngaro András Inotai, director general del Instituto de Economía Mundial de Budapest, ha analizado las ventajas y los inconvenientes para los países que se han unido a la Unión Europea. Sus palabras también son aplicables a la integración económica a escala mundial.

En referencia a los dos fundamentos profundos examinados hasta aquí, Inotai señala que “los beneficios y las pérdidas no se distribuyen de manera uniforme en el espacio” y que los resultados “difieren también en el tiempo”. Según observa, las ganancias o pérdidas a corto plazo pueden, a largo plazo, convertirse en lo contrario. Algunos réditos o pérdidas están aquí y ahora; otros están espacialmente aquí, pero no ahora, y hay otros que están ahora, pero no aquí.

De uno y otro lado, estas complejidades se ven reducidas a eslóganes de pegatina. Las publicaciones a favor y en contra de la globalización amenazan con inundarnos: solo el motor de búsqueda Google recoge más de un millón y medio de documentos relevantes. Un estudio de cuarenta importantes periódicos y revistas efectuado en 1991 por Newsweek encontró 158 artículos sobre “globalización”, que en 2000 se habían convertido en 17.638.

Con semejante interés, es fácil señalar los males de la globalización, y lo sigue siendo, de todos estos males. De corrupción, está hasta las cejas. Daños ecológicos ingentes. Descarada represión de los disturbios sociales.

Y, no obstante, estos aspectos negativos han de sopesarse frente al hecho de que China se ha integrado sistemáticamente en la economía mundial y, según The Ecomonist, hacia 2001 había utilizado capital mundial para ayudar a sacar a doscientos setenta millones de campesinos de pobreza extrema.

Pese a todo, las fuerzas a favor de la globalización, con el entusiasmo algo decaído por las críticas y por la actual debilidad de la economía mundial, siguen siendo optimistas a largo plazo. Algunos creen religiosamente que nuestro destino es la globalización total: sean cuales fueren los traspiés y pasos hacia atrás, al final triunfará, conectando no solo a todas las personas, sino también todos los lugares.

Estos verdaderos creyentes afirman que 1) ningún país dará la espalda indefinidamente al asombroso potencial de la globalización para elevar los niveles de vida; 2) que nos enfrentamos a nuevos problemas que no pueden resolverse sin ella, y 3) que las nuevas tecnologías la facilitarán cada día más.

A lo que los escépticos podrían responder que 1) los beneficios de la paz también podrían ser asombrosos, pero se han desperdiciado repetidamente; 2) que no todos los problemas se resuelven, y 3) que la historia está llena de contratecnologías desarrolladas para “desfavorecer” lo que tecnologías anteriores favorecían.

La reglobalización también podría chirriar, hasta detenerse en algún momento, si los precios del petróleo siguieran subiendo por las nubes mientras bajan las reservas; si las alianzas estabilizadoras se desmoronasen; si se extendiera un renovado proteccionismo comercial; o si cada contenedor, cada empaque y cada persona que atraviesa una frontera debe ser inspeccionado más atentamente a causa del terrorismo, el temor a una epidemia o por otras razones.

Así pues, la auténtica pregunta que gravita sobre nosotros es la siguiente: el impulso hacia la reglobalización, que dura ya décadas, ¿ha hecho una breve pausa para tomar aliento? ¿O de pronto está a punto de dar marea atrás? A pesar de la mayor movilidad de las fábricas t de la IED, de internet y el ciberespacio, de los desplazamientos masivos de la gente, ¿estamos a punto de sufrir otro giro histórico, pasando de la reglobalización a la desglobalización?

Pero esa no es toda la historia (o la real).


IMPULSOS REGRESIVOS

Alvin Toffler. La revolución de la riqueza (2006). Páginas 135, 136, 137.

Pocas palabras en los últimos años han generado tanto odio y controversia en el mundo como “globalización”, y pocas han sido usadas de forma más hipócrita y, por todas partes, ingenua.

Para muchos detractores de la globalización, el auténtico objetivo de su ira es Estados Unidos, el cuartel general mundial de la economía de libre mercado.

El impulso de Estados Unidos en las últimas décadas por globalizar (o, más precisamente, por reglobalizar) la economía mundial también hace ordenar una bandera falsa. Sucesivas y distintas administraciones estadounidenses, y especialmente la del presidente Bill Clinton, predicaron una letanía al mundo. El denominado “consenso de Washington” sostenía que la globalización más la liberalización en forma de privatización, desregulación y libertad de comercio, aliviarían la pobreza y desarrollarían la democracia y un mundo mejor para todos.

Favorables o contrarios a la globalización, los ideólogos suelen unirla a la liberalización, como si ambas fuesen inseparables. Pero los países pueden globalizar su economía sin necesidad de liberalizar y, por el contrario, los países que li9beralizan pueden vender sus empresas estatales, desregular y privatizar su economía sin entrar necesariamente en la globalización. Nada de ello garantiza que, a largo plazo, los beneficios de la macroeconomía fluyan hacia la microeconomía, en la que la gente vive de verdad. Y nada de ello garantiza la democracia.

Ahora está perfectamente claro que ambos bandos de la guerra ideológica sobre la reglobalización han sido perfecta y deliberadamente poco claros.

Así, la página web de un movimiento de protesta que ha promovido una campaña incesante contra la globalización enumera “acciones” en Hyderabad (India), Davos, Porto Alegre, Buenos Aires, Washington y Barcelona, así como otras en Nueva Zelanda, Grecia, México y Francia. Los manifestantes rodearon a los líderes mundiales en los lujosos hoteles de sus numerosas reuniones internacionales, desde Seattle hasta Génova, o les han obligado a buscar refugio en las localidades remotas y a llamar a las fuerzas de seguridad para mantener el orden público. En la actualidad, a quienes protestan, se les invita a reunirse con dichos líderes, lo que ha quitado algo de efervescencia al movimiento.

Sin embargo, no pasa desapercibido que buena parte de toda esta actividad supuestamente “antiblogalización” está coordinada por páginas web de internet interconectadas, una tecnología propia e intrínsecamente global. El impacto político del movimiento procede, en gran parte, de la cobertura televisada difundida vía satélite por sistemas globales. Muchas de las exigencias de estos grupos –por ejemplo, tratamientos contra el sida más baratos- solo se pueden lograr a través de las empresas globales vilipendiadadas por los manifestantes, que usan ordenadores fabricados por otras empresas globales. La mayoría de los manifestantes no podrían acudir en avión a sus manifestaciones sin líneas aéreas globalmente asociadas, que dependen de sistemas de reserva globales. Y el objetivo de muchos de los manifestantes es crear un movimiento que tenga impacto global.

De hecho, los movimientos se han fragmentado en numerosos grupos, a menudo efímeros, con objetivos vertiginosamente distintos, desde la eliminación del trabajo infantil hasta prohibir el tabaco o proteger los derechos de los reclusos transexuales. Unos cuantos son ingenuos anarcolocalistas que glorifican la supuesta autenticidad de la vida cara a cara en aldeas preindustriales, olvidando oportunamente la falta de intimidad, el sexismo y a los tiranos reaccionarios e intolerantes que tan a menudo se encuentran en las verdaderas aldeas. Otros son románticos que preconizan el retorno a la naturaleza. Y otros son ultranacionalistas identificados con movimientos políticos neofacistas y antiinmigrantes, que odian a Estados Unidos y la Unión Europea. Pero, de hecho, muchos otros no son en absoluto “antiglobalización”, sino “contraglobalistas”.

Estos contraglobalistas, por ejemplo, apoyan decididamente a las Naciones Unidas y a otros organismos internacionales. Muchos anhelan ver algo cercano a un gobierno mundial único, o al menos un gobierno global mejor y más fuerte, tal vez financiado por un impuesto global. Pero lo que quieren muchos de ellos son medidas enérgicas contra las empresas globales y las finanzas globales, a las que culpan de la explotación de los trabajadores, la degradación del medio ambiente, el apoyo a gobiernos no democráticos e infinidad de otros males.

Los “antis” son los que hacen más ruido, pero aunque todos los manifestantes anti y contraglobalización que cantan y desfilan se escabulleran furtivamente en la noche, el avance de la reglobalización económica tal vez esté obligado a ralentizarse o a detenerse en los años inmediatamente venideros. Hoy día se vislumbran poderosos factores que podrían detener la extensión continua de la dimensión espacial y hacer que incluso los antiglobalizadores lo lamentaran.

miércoles, 20 de octubre de 2010

UNA "GUERRA DE LOS MUNDOS"



Por Antonio Alonso.

Carl Sagan convenció a la Nasa para que volteara el lente de la sonsa espacial Voyager 1 en dirección a la Tierra para que tomara una fotografía, a la distancia de 6mil millones de kilómetros. La foto fue tomada el 14 de febrero de 1990 y de ella, Sagan inspiró el título de uno de sus libros “A pale blue dot”. Los comentarios de Carl Sagan sobre ésta, una de las diez fotos científicas más importantes de la historia, aparecen como colofón de la serie Cosmos, y son los siguientes.

Mira ese punto. Eso es aquí. Eso es casa. Eso es nosotros. En él se encuentra todo aquel que amas, todo aquel que conoces, todo aquel del que has oído hablar, cada ser humano que existió, vivió sus vidas. La suma de nuestra alegría y sufrimiento, miles de confiadas religiones, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de civilizaciones, cada rey y cada campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, cada esperanzado niño, inventor y explorador, cada maestro de moral, cada político corrupto, cada “superestrella”, cada “líder supremo”, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie, vivió ahí – en una mota de polvo suspendida en un rayo de luz del sol.

La Tierra es un muy pequeño escenario en una vasta arena cósmica. Piensa en los ríos de sangre vertida por todos esos generales y emperadores, para que, en gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de un punto. Piensa en las interminables crueldades visitadas por los habitantes de una esquina de ese pixel para los apenas distinguibles habitantes de alguna otra esquina; lo frecuente de sus incomprensiones, lo ávidos de matarse unos a otros, lo ferviente de su odio. Nuestras posturas, nuestra imaginada auto-importancia, la ilusión de que tenemos una posición privilegiada en el Universo, son desafiadas por este punto de luz pálida.

Nuestro planeta es una mota solitaria de luz en la gran envolvente oscuridad cósmica. En nuestra oscuridad, en toda esta vastedad, no hay ni un indicio de que la ayuda llegará desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos.

La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar. Visitar, sí. Colonizar, aún no. Nos guste o no, en este momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos.

Se ha dicho que la astronomía es una experiencia de humildad y construcción de carácter. Quizá no hay mejor demostración de la tontería de los prejuicios humanos que esta imagen distante de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos los unos a los otros más amablemente, y de preservar el pálido punto azul, el único hogar que jamás hemos conocido.

--O---O---O---O---O---O---O---O---O---O---O---O---O---O---O---O---O---O---O---O---O---O---O---O--

Herbert George Wells escribió en 1898 LA GUERRA DE LOS MUNDOS, en que describe una invasión marciana a la Tierra. Una raza alienígena que agota sus recursos y se ve obligada a buscarlos en otros planetas, se desplaza a la Tierra y desata una batalla intergaláctica. ¿Cómo imagina el hombre a los aliens? De dos formas, una pacífica y una hostil. La pacífica es la que dice que los extraterrestres nos vigilan, nos cuidan y nos traen un mensaje de paz. La hostil dice que ellos nos vigilan para atacar sorpresivamente y apoderarse de nuestro mundo. Hay infinidad de películas al respecto. Inteligencia superior, tecnología superior, son pequeños, verdes o grises, ojos grandes, cabezones, calvos, sin ropa, algunos tienen tentáculos y otros extremidades. Generalmente, son ilustrados como feos.

Las películas estadounidenses sobre la Guerra Fría de mediados del siglo XX, pintaban a los rusos como hombres pequeños, pálidos, feos, con los dientes podridos, tontos y campesinos. También a los japoneses los pintaban así, a los franceses, a los cubanos, etcétera. La imagen que nos formamos de los terceros se integra a partir del estereotipo que nos ofrecen. Si es blanco, es bueno; si es negro, es malo.

Entonces, ¿cómo actuaríamos si, de repente, nos topáramos con una especie físicamente distinta pero en términos culturales casi a nuestra par? La película SECTOR 9 satisface las dudas, exponiendo que nuestra sed de curiosidad nos llevará a recorrer hasta el último folículo de sus cabezas. Preguntas básicas, ¿qué son, de dónde vienen, qué comen, cómo hablan, su idioma, cómo visten, qué tecnología usan, qué quieren decirnos…, qué hacen aquí?

La industria del cine nos dice que la humanidad, particularmente liderada por EEUU, siempre gana expulsando a los invasores. DÍA DE LA INDEPENDENCIA es un ejemplo.

Una buena parte de los científicos dice que tenemos la culpa porque nuestras transmisiones de radio y televisión, anteriores a la era digital, pueden ser captadas en cualquier lugar del universo. Sin embargo, investigaciones recientes dicen que esas transmisiones no llegan a más de 4 años luz de distancia, o sea más allá del Sol. Entonces, si llegáramos a recibir una invasión, eso quiere decir que las razas alienígenas son nómadas, su forma de vida es como la de una plaga de langostas, viajan de prado en prado agotando todo lo consumible. Stephen Hawking dice que el universo se encuentra en continua expansión, en su libro HISTORIA DEL TIEMPO, lo que haría esa labor algo tediosa.

Una película de hace dos años se contrapone a ésta teoría, poniendo al humano en el lugar de las langostas. Nosotros, agotando nuestros recursos al ritmo en que lo hacemos, bien podemos vernos obligados a potenciar nuestro desarrollo tecnológico para buscar otros planetas habitables. ¿Se imaginan desplazar a seis mil millones de personas? ¿Y si ese planeta que queremos, y del que depende nuestra existencia, ya está habitado? Estaríamos entonces cumpliendo la profecía de H.G. Wells, librando una batalla intergaláctica entre dos mundos. Como dice el nombre de la película, ésta sería la BATALLA POR TERRA.

La tecnología que necesitamos para administrar nuestros recursos y prevenirnos de ser una plaga de langostas, ya la anticipó Isaac Asimov en YO ROBOT. Una supercomputadora con inteligencia artificial capaz de mantener la vida en la Tierra. Pero, nos recuerda Asimov que el hombre es una amenaza para sí mismo; como los robots no pueden dañar al hombre, entonces, para mantener la vida en la Tierra y protegerla, la supercomputadora se ve obligada a aislar a los humanos, considerándolo la solución más sensata. Sería posible entonces evitar un holocausto nuclear, al existir una computadora programada de ese modo. Sería una especie de utopía, las maquinas ayudándonos a vivir mejor, haciendo todo para nosotros y en vez de que nosotros lo hagamos. Como en la película WALL-E.

¿Qué moral existe en una computadora que funciona y razona sólo con base en tres reglas? Los anarquistas, y cualquiera que viva fuera de la ley, dirán que la computadora, al no ser flexible, es una dictadora, la mala de la historia. ¿Entonces, qué sigue, una rebelión? Para mantener el orden, las máquinas se convertirían en un TERMINATOR, puesto a que nuestra seguridad está en sus manos.

Televisión, videojuegos, comida empacada, seguridad electrónica. Vivimos en un salto entre la ciencia actual y la ficción de hace cien años. Incluso, puede que dentro de otros cien, cuando la ciencia ficción nos alcance, terminemos comiendo galletas hechas de gente muerta, como en CUANDO EL FUTURO NOS ALCANCE.

No es necesario desplazarse de una esquina de un pixel a otra, como diría Sagan, o de un pixel a otro. Ya estamos viviendo una GUERRA DE LOS MUNDOS en nuestro mundo.

lunes, 26 de abril de 2010

Literatunomanía

Por Antonio Alonso.


Actualmente, un compendio de literatura universal puede pesar 500 kilos o 40 gramos. El almacenamiento digital de los libros, y su distribución en forma de E-books y audiolibros, ha hecho de la lectura una constante en la cultura digital.

El E-book o libro digital representa, más que un acercamiento de las nuevas generaciones a la lectura o una forma de facilitar la distribución de los libros, una de las primeras formas evolutivas de éste recurso. Esto no quiere decir que el libro físico vaya a desaparecer, pues hay muchas cosas detrás que lo impedirán, ya sea la cantidad de empleos en juego o esa sensación de tener el libro en las manos, hojearlo, olerlo. Con esto último ocurre un fenómeno indescriptible.

El libro digital será un elemento clave para la educación y la profesionalización. Tenemos de entrada manuales (de programas de computadora, de cocina, de mecánica, etcétera), también hay material que se genera en las escuelas (ensayos, reportes, investigaciones), por último los libros de teoría y de literatura (del autor que sea sobre el tema que sea). La forma de distribución es la internet y la vía persona-persona para compartir archivos. La forma de visualizar puede ser en diapositivas, en documento de texto, audiolibro, o en los programas especiales que dan a las páginas la textura de una hoja de libro, incluso al momento de pasar de una a otra.

Hace un par de meses, fue publicado un video en la Internet en que se anuncia un producto llamado Book, del que se dice “es un dispositivo bioópico de entretenimiento, no utiliza batería ni conexión a internet, por lo que puedes usarlo donde quieras el tiempo que quieras”. La frase no sólo resume la batalla en que se defiende y promueve al libro, sino sus ventajas sobre el libro digital.

Además de estas plataformas, hemos visto historias llevadas al teatro y al cine. Hay quienes se niegan a creer que los videojuegos tienen una historia, mucho menos creer que tengan una filosofía o representaciones de y casos reales, sin embargo también se basan en libros y hay videojuegos de los que se hacen libros. Este recurso interactivo con la historia, en que podemos decidir lo que va a pasar, podemos considerarlo como la segunda forma evolutiva del libro.

Podemos plantear una tercera y cuarta forma y creer que estamos cayendo en ciencia ficción, aunque no por eso serían imposibles. Si cualquier persona es capaz de escribir un libro, cualquier plataforma es digna de representarlo.

De acuerdo con el avance tecnológico, dentro de cualquier distancia temporal, ya habría estudios sobre la reprogramación del cerebro; algunos futurólogos comentan que, incluso, podríamos hasta conectarnos a internet y actualizar nuestras bases de datos con esa información que necesitamos. Es posible que, al momento de nacer, haya información que el ser humano ya tenga programada, por lo que no debe descartarse lo básico de la literatura universal en esa versión 1.0 del software del cerebro humano.

Para cuando alcancemos a ver la cuarta forma del libro, nos daremos cuenta de que no es algo distinto de un fenómeno que ocurre hoy. El libro con palabras digitales seguirá existiendo aunque no será necesario y el de palabras impresas será escondido como un tesoro. Tendremos posiblemente la capacidad de crear mundos digitales, representaciones virtuales de las historias que hoy nos están contando los libros, vivir en ellos, interactuar casi físicamente con los personajes, platicar con ellos, visitar regiones inexploradas, conocer personajes históricos, pelear en batallas épicas e incluso viajar al espacio sin la necesidad de una nave. Mundos así ya son comercializados por empresas como Konami, Capcom, Electronic Arts, Microsoft y Blizzard.

Según la ciencia ficción, hay dos tipos de futuro; recién hablamos del futuro bueno, el utópico, el del avance tecnológico. Es una tendencia poco recurrida hablar del futuro de la sociedad agonizante, del mundo destruido, “apocalíptico” según los críticos.

A menos que exista una computadora que funcione, el E-book desaparece; el libro físico escasea y se convierte, para pocos, en una forma de salvación. La película “The book of Ely” (El libro de los secretos, 2009), representa esto de forma más drástica al suponer que en todo el mundo sólo queda un libro, aunque tiene el poder de reconstruir a la humanidad, está escrito en código Braille y se trata de una Biblia. Al final se revela que con una imprenta Gutenberg, la única imprenta que funciona, reproducen el libro.

Podemos estar seguros de que los libros, como los conocemos hoy, no cambiarán por lo menos durante diez generaciones. También, habrá gente que seguirá escribiendo, que es lo más importante, ya sea en blogs, páginas de internet, revistas, en sus diarios o sus propios libros.

Como conclusión, cabe recordar algo a quienes están en contra del libro digital: de ninguna manera desaparecerá el libro físico, pero el libro digital debe ser aceptado como una fuente válida para la elaboración de cualquier trabajo considerando su creciente recurrencia, considerando que para descargarlos se paga una suscripción o un impuesto a las editoriales y librerías electrónicas que los distribuyen y considerando que, desde febrero de 2002, la International Standard Book Number (ISBN) a través de su manual de usuario reconoce los libros electrónicos como sujetos de código ISBN.

jueves, 8 de abril de 2010

FORO ECONÓMICO MUNDIAL: REPORTE GLOBAL DE TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN 2009-2010


Consulta Mitofsky, 28 de marzo de 2010.



Suecia encabeza el informe sobre Tecnologías de la Información y la Comunicación (ICT) que este viernes lanzó el World Economic Forum (WEF en sus siglas en inglés), un listado 2009-2010 que evalúa mal a los países latinoamericanos, todos ubicados a partir del puesto 40.

El estudio del WEF analizó a 133 economías de todo el mundo, con el objeto de medir el impacto de las ICT sobre el proceso de desarrollo de sus economías y la compatibilidad de estas naciones.

Suecia, que obtuvo una puntuación de 5,65 en este ranking, es seguido en el top ten por Singapur (5,64), Dinamarca (5,54), Suiza (5,48), Estados Unidos (5,46), Finlandia (5,44), Canadá (5,36), Hong Kong (5,33), Holanda (5,32) y Noruega (5,22).

Los retrasados países latinoamericanos recién aparecen el la medianía de la tabla del WEF, en la posición 40, donde Chile fue evaluado con 4,13 puntos, seguido de Puerto Rico Puerto Rico en el puesto 45 (4,07), y Costa Rica en el casillero 49 (3,95).

El país latinoamericano peor evaluado es Bolivia, en el puesto 131, la antepenúltima posición del ranking, tras una puntuación de 2,68.

Uruguay y Panamá, dos de las economías más estables de la región, afloran juntos en este ranking, en las posiciones 57 (3,81) y 58 (3,81), respectivamente.

Más atrás aparecen juntos Colombia y Brasil, en las ubicaciones 60 (3,80) y 61 (3,80), respectivamente.

El reporte es producido por el Foro Económico Mundial en cooperación con Insead, la escuela de negocios líder a nivel internacional, en el marco de Las Redes Competitivas del World Economic Forum; el Programa de Sociedad industrial para tecnología de información y la industria de telecomunicaciones.


Lea el informe completo del WEF.

jueves, 25 de febrero de 2010

Bioética: Filosofía del siglo XXI

Descargar archivo.


Los retos de la sociedad contemporánea, el uso indiscriminado de una tecnología contaminante y caduca, la brecha cada vez más grande entre países ricos y pobres han provocado el ahondamiento en el ámbito de la bioética, cuya finalidad es la protección de la vida. Arnoldo Kraus apunta en este ensayo la urgencia de fortalecer el pensamiento y la acción bioéticas como garantía para la preservación de la vida en nuestro planeta.

Para muchos, la bioética se ha convertido no sólo en una forma de vida sino en una condición de vida. Superviviencia es quizás el término que mejor resume los avatares incluidos en la agenda de la bioética. Sus peldaños son conocidos: dignidad, justicia, libertad, preocupación por “el otro”, calidad de vida y autonomía son algunos de esos cimientos. Las amenazas que pueden derruir el edificio de la ética también son conocidos: intolerancia, aplicación inadecuada de la tecnología, ineptitud de la inmensa mayoría de los políticos, mal uso del poder y fanatismo, son, inter alia, los vigentes. Tras el fracaso de los modelos que rigen a la humanidad lo único que podría detener la destrucción del ser humano y de la Tierra es la bioética, sobre todo, la bioética laica. Con frecuencia se repite, y es cierto, que la bioética es la filosofía del siglo XXI.

Aunque sea una idea que a muchos disguste, las amenazas sobre nuestra condición como personas y como inquilinos de la Tierra deben mirarse a partir del escepticismo y no del optimismo. No por serendipia, sino por necesidad, el libro que siembra las bases de la bioética, y que se encarga de preguntar acerca del futuro de la humanidad está dedicado a Aldo Leopold.

Leopold, precursor de la ética de la Tierra, afirmó en la década de los cuarenta del siglo XX que “el hombre era el cáncer de laTierra”. No se equivocó: somos el cáncer de la Tierra. Van Rensselaer Potter, fundador de la bioética, publicó, en 1971, Bioethics. Bridge to the future. La dedicatoria dice: “Este libro está dedicado a la memoria de Aldo Leopold, quien anticipó la extensión de la ética a la bioética”.

Las reflexiones que siguen al reconocimiento son interesantes. Provienen del libro más importante de Leopold, A Sand County Almanac (Almanaque del condado arenoso), texto que transformó la ecología en ciencia y que sirvió de base para crear el Día de la Tierra. Entresaco algunas ideas:

Las primeras éticas se dedicaban a las relaciones entre los individuos; el Decálogo de Moisés es un ejemplo. Tiempo después la ética se dedicó a estudiar las relaciones de los individuos con la sociedad… Hasta ahora no existe una ética que se consagre a estudiar las relaciones del hombre con la Tierra y con los animales y las plantas que crecen en ella… La ética puede ser considerada como una guía para afrontar situaciones ecológicas nuevas o intrincadas… Los instintos de los animales pueden servir de guía para que los seres humanos puedan hacer frente a esas situaciones. La ética es posiblemente un tipo de instinto comunitario en construcción.

Han transcurrido casi cuatro décadas desde la publicación del libro de Potter y casi siete desde que Leopold advirtió del peligro que representa el ser humano para la Tierra, y por inferencia, para él mismo. En ese tiempo, la mayoría de los señalamientos de ambos, y de muchos eticistas han sido insuficientes para impedir el deterioro del globo terráqueo y para repartir las bonanzas de la tecnología. No es necesario ser pesimista para saber que la salud de nuestra casa, la Tierra, ha empeorado desde entonces. No es tampoco indispensable ser científico para cuestionar algunos logros de la ciencia y de la tecnología, tanto a nivel individual como social.

Lo que sí es necesario cuestionar es el uso inadecuado y exagerado de la tecnología. Cuestionar para revitalizar la vieja idea de Albert Einstein, quien, palabras más, palabras menos, advertía que “la única vía para detener el crecimiento inadecuado de la tecnología es la ética”. Junto al cuestionamiento einsteiniano es menester pensar en los usos y en las prioridades del conocimiento. Sin duda fueron esas preguntas las que motivaron a Potter a incluir en su viejo pero no tan viejo libro el capítulo intitulado “Conocimiento peligroso: El dilema de la ciencia moderna”.

Es evidente que el conocimiento científico es imparable. En ese sentido, es, en ocasiones, motivo de preocupación el hecho de que no todos los científicos se pregunten si todo lo que se estudia es útil o prioritario, o si tiene o no sentido seguir realizando determinados experimentos. Por su parte, los eticistas saben que la ciencia carece de límites, de ahí que suelan preguntarse hasta dónde es ético y lícito investigar “todo lo que se desee”. El reto se sintetiza en dos preguntas: ¿Cómo pueden conciliarse las posturas éticas y científicas con respecto al uso, al valor y a los límites del conocimiento?, y, ¿es realmente neutra la ciencia? Me recargo en el doctor José Narro para responder.

En octubre de 2009, el Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México dijo, al recibir el Premio Príncipe de Asturias: “La modernidad debe traducirse en mejores condiciones para los excluidos de siempre. El verdadero saber no es neutro, debe estar impregnado de compromiso social”. En las caras de los excluidos de siempre, es donde el conocimiento y la ciencia deben estar impregnados de compromiso social, y no sólo ser fuente de bonanzas y espejo de la testarudez de quienes suelen manipular y malusar el conocimiento. De lo mismo hablaba Potter en 1971:

La humanidad requiere urgentemente una nueva sabiduría que provea el “conocimiento de cómo usar el conocimiento” para la supervivencia del ser humano y para mejorar su calidad de vida. Esta sabiduría como una guía de acción —el conocimiento de cómo usar el conocimiento para el beneficio social—podría llamarse la Ciencia de la supervivencia, requisito indispensable para mejorar la calidad de vida. Propongo que la ciencia de la supervivencia deba ser construida a partir de la biología, la cual deberá expandirse por medio de algunos elementos de las ciencias sociales y de las humanidades con énfasis en la filosofía en el sentido estricto, es decir, “amor por la sabiduría”. Una ciencia de la supervivencia debe ser más que una mera ciencia, por lo que propongo el término bioética para enfatizar los dos ingredientes más importantes para adquirir esa nueva sabiduría que tan desesperadamente necesitamos: conocimiento biológico y valores humanos.

El mensaje de Potter es claro: vincular conocimiento biológico con valores humanos. Es decir, mirar al ser humano desde la óptica de la ética. Es decir, atraer a la discusión de las ciencias las palabras adecuadas que cuestionen las formas inmorales en las que se sustenta el poder omnímodo. Justicia, dignidad, libertad, calidad de vida y uso correcto de los recursos generados por la tecnología son algunos de esos principios.

Recurro a la literatura para fortalecer algunos conceptos. Aunque la literatura no compruebe sucesos, permite imaginarlos y recrearlos. En El secreto de Garcilaso, Lezama Lima habla de los falsos dualismos que sostienen nuestra cultura: claridad y oscuridad, arte y vida, experiencia y lenguaje. Lima aseguraba, con sabiduría, que la poesía es la responsable de mediar entre esas contradicciones. El escritor cubano tiene razón: quien lee poesía tiene la virtud de instalarse entre los dualismos de la realidad. Tiene, además, las llaves para abrir las puertas de esos desaguisados evitando quedar atrapado entre ellas. Una de las grandes virtudes de la poesía y de la literatura es ayudar. Ayudar para comprender las razones y las sin razones de la especie humana.

Entre Lezama Lima y Potter queda Charles Percy Snow. Imposible no recordar su conferencia magistral, “The Two Cultures”, dictada en 1959 en la Universidad de Cambridge. Esa conferencia, que posteriormente se transformó en un brillante ensayo, se rejuvenece cada año con más brío debido al inconmensurable avance de la ciencia y a las interminables preguntas de la ética. Snow, científico por estudio y escritor por vocación, planteó, en 1959, en la Rede Lecture, la incomprensión que existía entre intelectuales y científicos así como la dificultad de percibir la condición humana como un todo. La conferencia devino libro: The Two Cultures. An Expanded Version of the Two Cultures and the Scientific Revolution(1959).

Snow sostenía que la separación entre las ciencias y las humanidades disminuye la calidad de la educación y dificulta la solución de los retos y problemas del mundo. Ignoro si el científico inglés leyó a Potter, pero es importante señalar que el texto de Potter, Bioethics. Bridge to the Future, se publicó en 1951, es decir, ocho años antes de que el dualismo entre científicos e intelectuales fuese expuesto en el libro de Snow, The Two Cultures.

La alusión es importante porque en el prólogo del padre de la bioética aparecen las palabras “dos culturas”, es decir, ciencia y humanismo. Potter explica que su libro es un argumento para construir un puente llamado bioética cuyo fin sería unir las dos culturas.

Esa idea, la de unir las dos culturas, debería contar con los métodos adecuados para modificar, a favor del ser humano, algunas formas del poder, sobre todo el político, pero también el que se agazapa detrás de la tecnología en cualquiera de sus modalidades (médica, agrícola, comunicaciones, etcétera). Aunque nunca será una tercera cultura, para que la bioética tenga éxito, los interesados en ella deberán encontrar los caminos para convencer a políticos e industriales acerca de las amenazas contra el ser humano y la Tierra que surgen por su falta de sensibilidad y sabiduría. ¿Cómo debe afrontar la bioética la crisis del mundo, la crisis de la humanidad? Casi cuarenta años después de la publicación del libro de Potter, destacaría, entre muchas urgencias, cuatro puntos:

1. La bioética es una ciencia viva e imprescindible. Justicia, alteridad, tolerancia, dignidad, libertad y autonomía son algunos de sus pilares.

2. La bioética busca dotar a las ciencias de humanismo con la finalidad de mitigar el deterioro de la Tierra.

3. La bioética busca fomentar y salvaguardar los principios básicos que hacen del ser humano un ser humano y de la Tierra no sólo una casa, sino una obligación futura.

4. La bioética debe encontrar los caminos adecuados para mejorar las condiciones de vida de los pobres y de los muy pobres.

* * *

Los puntos anteriores son un prolegómeno en constante evolución. Esa mirada se modifica continuamente por los descubrimientos de la ciencia, por el deterioro de nuestro planeta y cambia de acuerdo a las preocupaciones de quienes cavilan en la bioética. Esos puntos permiten destacar innumerables escenarios. Para corroborar si es veraz o no la idea acerca de que la bioética es la filosofía del siglo XXI recurrí a los periódicos. No hay día sin noticias relacionadas con el tema. Los títulos que a continuación reproduzco aparecieron en un lapso de dos semanas (por razones de espacio no los discuto).

1. Londres despenaliza de hecho ciertos casos de asistencia al suicidio. La fiscalía aclara que no se procesará a quien ayude a morir de buena fe a un enfermo incurable que haya tomado la decisión sin presiones.
2. La desglobalización ha empezado, no volveremos al viejo régimen.
3. Vacuna de la malaria para 2011.
4. Panamá niega ayuda a España en el proceso por el jarabe asesino.
5. Yo quiero la parejita. La mitad de los diagnósticos preimplantacionales en Estados Unidos se usan para elegir el sexo del bebé.
6. España acusa a Estados Unidos de apartar a la Unión Europea para rebajar el pacto de Copenhague.
7. París no utilizará el ADN para reagrupar familias inmigrantes.
8. Las mujeres con menos recursos abortan más tarde.
9. La Iglesia mexicana llama “aberración” a la aprobación del matrimonio gay.
10. La Unión Europea abre el debate para fijar una tasa sobre bióxido de carbono. 11. La desertificación también distingue entre ricos y pobres.
12. Unos dos mil enfermos terminales al año piden la eutanasia.

Las noticias relacionadas con la bioética nunca finalizan. Las discusiones tampoco. A continuación enlisto una multiplicidad de temas, todos vigentes, todos complicados, todos en espera de respuestas. Todos fueron noticias periodísticas. Debe hablarse de las hambrunas y de los mil millones de personas que pasan hambre, del bioterrorismo, de la desaparición de las praderas marinas, de la contaminación de las aguas y de los aires, de la negativa de varios gobiernos latinoamericanos, incluyendo los autodenominados de izquierda, de prohibir el aborto incluso en situaciones tan extremas como sería la violación de niñas, de la opinión de la Iglesia acerca del uso del condón en África, de las amenazas que sufren los homosexuales en muchas partes del mundo, del alquiler de úteros en India por parejas europeas, de la compra de órganos, del denominado turismo de órganos en Chipre, Turquía e India por receptores europeos, de los asesinatos de prisioneros chinos en China y la subsecuente extracción de sus órganos para ser transplantados en estadounidenses y europeos en los quirófanos vecinos, de los dobles estándares que utilizan muchos investigadores cuando realizan experimentos en países pobres, de la manipulación que hacen las compañías farmacéuticas de sus patentes con tal de no compartirlas, de los alimentos transgénicos, de la arrogancia de la medicina preventiva, de la manipulación que hacen con los médicos las compañías farmacéuticas, de los niños y niñas en situación de la calle, del asesinato de médicos que practican abortos y de ese universo que se escribe día a día en el Diccionario de las infamias del ser humano: sin papeles, sin techo, indocumentados, refugiados, etcétera. La multiplicidad de temas no sólo no termina, se incrementa. Todos requieren la intervención de la bioética.

La bioética es una ciencia cada vez más viva y en constante evolución. Quienes la ejercen desde una perspectiva religiosa, quienes la promueven desde el laicismo y quienes se ven implicados por lo que hacen o por lo que no hacen —políticos, religiosos, científicos, humanistas, empresarios—deben repensar las obligaciones de la bioética. Deben también cavilar en las vías para acortar las diferencias entre las personas y los caminos para disminuir las amenazas que atenazan al ser humano y a la Tierra. Por eso escribí líneas atrás la palabra tolerancia. Aunque ética y tolerancia no son sinónimos, comparten muchas miradas. Me apoyo en Michel Walzer. En On Toleration, dice: “La tolerancia hace posible la diferencia. La diferencia hace necesaria la tolerancia”.

Para concluir recurro otra vez a la literatura, ese reino donde es difícil comprobar la verdad pero no es difícil acercarse a ella hasta tocarla y convertirla en realidad. Para muchos pensadores la ética es la ciencia del mal menor; su leitmotiv es beneficiar a muchos, y lastimar a los menos. En la bellísima y tristísima novela, La piedra de la paciencia, Atiq Rahimi explica, en voz de una de sus personajes, su concepto de ética:

Hija mía, afortunadamente, o desafortunadamente, no todo el mundo puede alcanzar la felicidad, ya sea en la vida o en los cuentos. La dicha de unos produce la desdicha de los otros. Es triste pero es así.

La ética sólo podrá avanzar si las dos culturas de Snow dialogan entre sí hasta torcer los brazos del poder político y empresarial, cuyas actuaciones han sumido a la Tierra en un barranco y han hundido al ser humano en un precipicio. Samuel Beckett, entrañable pesimista, bien ilustra, en una de sus obras, las torceduras del poder:

—Cliente —le dice al sastre—: Dios fue capaz de hacer el mundo en seis días y usted no es capaz de hacer un pantalón en seis meses. —Sastre: Pero señor, mire el mundo y mire su pantalón.

Copio las palabras con las que inicié esta lectura: “Para muchos, la bioética se ha convertido no sólo en una forma de vida sino en una condición de vida. Supervivencia es el término que mejor resume los avatares incluidos en la agenda de la bioética”. Responsabilidad es un término vinculado con bioética y con supervivencia. La bioética es también la ciencia de la responsabilidad.

Tras la desaparición del Muro de Berlín, tras el fracaso de las políticas imperantes, tras los descalabros de los modelos religiosos, la bioética laica es la encargada de construir el telar donde la responsabilidad, fruto del conocimiento biológico y de los valores humanos, siga permitiendo la supervivencia del ser humano y de la Tierra.