lunes, 26 de abril de 2010

Literatunomanía

Por Antonio Alonso.


Actualmente, un compendio de literatura universal puede pesar 500 kilos o 40 gramos. El almacenamiento digital de los libros, y su distribución en forma de E-books y audiolibros, ha hecho de la lectura una constante en la cultura digital.

El E-book o libro digital representa, más que un acercamiento de las nuevas generaciones a la lectura o una forma de facilitar la distribución de los libros, una de las primeras formas evolutivas de éste recurso. Esto no quiere decir que el libro físico vaya a desaparecer, pues hay muchas cosas detrás que lo impedirán, ya sea la cantidad de empleos en juego o esa sensación de tener el libro en las manos, hojearlo, olerlo. Con esto último ocurre un fenómeno indescriptible.

El libro digital será un elemento clave para la educación y la profesionalización. Tenemos de entrada manuales (de programas de computadora, de cocina, de mecánica, etcétera), también hay material que se genera en las escuelas (ensayos, reportes, investigaciones), por último los libros de teoría y de literatura (del autor que sea sobre el tema que sea). La forma de distribución es la internet y la vía persona-persona para compartir archivos. La forma de visualizar puede ser en diapositivas, en documento de texto, audiolibro, o en los programas especiales que dan a las páginas la textura de una hoja de libro, incluso al momento de pasar de una a otra.

Hace un par de meses, fue publicado un video en la Internet en que se anuncia un producto llamado Book, del que se dice “es un dispositivo bioópico de entretenimiento, no utiliza batería ni conexión a internet, por lo que puedes usarlo donde quieras el tiempo que quieras”. La frase no sólo resume la batalla en que se defiende y promueve al libro, sino sus ventajas sobre el libro digital.

Además de estas plataformas, hemos visto historias llevadas al teatro y al cine. Hay quienes se niegan a creer que los videojuegos tienen una historia, mucho menos creer que tengan una filosofía o representaciones de y casos reales, sin embargo también se basan en libros y hay videojuegos de los que se hacen libros. Este recurso interactivo con la historia, en que podemos decidir lo que va a pasar, podemos considerarlo como la segunda forma evolutiva del libro.

Podemos plantear una tercera y cuarta forma y creer que estamos cayendo en ciencia ficción, aunque no por eso serían imposibles. Si cualquier persona es capaz de escribir un libro, cualquier plataforma es digna de representarlo.

De acuerdo con el avance tecnológico, dentro de cualquier distancia temporal, ya habría estudios sobre la reprogramación del cerebro; algunos futurólogos comentan que, incluso, podríamos hasta conectarnos a internet y actualizar nuestras bases de datos con esa información que necesitamos. Es posible que, al momento de nacer, haya información que el ser humano ya tenga programada, por lo que no debe descartarse lo básico de la literatura universal en esa versión 1.0 del software del cerebro humano.

Para cuando alcancemos a ver la cuarta forma del libro, nos daremos cuenta de que no es algo distinto de un fenómeno que ocurre hoy. El libro con palabras digitales seguirá existiendo aunque no será necesario y el de palabras impresas será escondido como un tesoro. Tendremos posiblemente la capacidad de crear mundos digitales, representaciones virtuales de las historias que hoy nos están contando los libros, vivir en ellos, interactuar casi físicamente con los personajes, platicar con ellos, visitar regiones inexploradas, conocer personajes históricos, pelear en batallas épicas e incluso viajar al espacio sin la necesidad de una nave. Mundos así ya son comercializados por empresas como Konami, Capcom, Electronic Arts, Microsoft y Blizzard.

Según la ciencia ficción, hay dos tipos de futuro; recién hablamos del futuro bueno, el utópico, el del avance tecnológico. Es una tendencia poco recurrida hablar del futuro de la sociedad agonizante, del mundo destruido, “apocalíptico” según los críticos.

A menos que exista una computadora que funcione, el E-book desaparece; el libro físico escasea y se convierte, para pocos, en una forma de salvación. La película “The book of Ely” (El libro de los secretos, 2009), representa esto de forma más drástica al suponer que en todo el mundo sólo queda un libro, aunque tiene el poder de reconstruir a la humanidad, está escrito en código Braille y se trata de una Biblia. Al final se revela que con una imprenta Gutenberg, la única imprenta que funciona, reproducen el libro.

Podemos estar seguros de que los libros, como los conocemos hoy, no cambiarán por lo menos durante diez generaciones. También, habrá gente que seguirá escribiendo, que es lo más importante, ya sea en blogs, páginas de internet, revistas, en sus diarios o sus propios libros.

Como conclusión, cabe recordar algo a quienes están en contra del libro digital: de ninguna manera desaparecerá el libro físico, pero el libro digital debe ser aceptado como una fuente válida para la elaboración de cualquier trabajo considerando su creciente recurrencia, considerando que para descargarlos se paga una suscripción o un impuesto a las editoriales y librerías electrónicas que los distribuyen y considerando que, desde febrero de 2002, la International Standard Book Number (ISBN) a través de su manual de usuario reconoce los libros electrónicos como sujetos de código ISBN.

jueves, 8 de abril de 2010

FORO ECONÓMICO MUNDIAL: REPORTE GLOBAL DE TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN 2009-2010


Consulta Mitofsky, 28 de marzo de 2010.



Suecia encabeza el informe sobre Tecnologías de la Información y la Comunicación (ICT) que este viernes lanzó el World Economic Forum (WEF en sus siglas en inglés), un listado 2009-2010 que evalúa mal a los países latinoamericanos, todos ubicados a partir del puesto 40.

El estudio del WEF analizó a 133 economías de todo el mundo, con el objeto de medir el impacto de las ICT sobre el proceso de desarrollo de sus economías y la compatibilidad de estas naciones.

Suecia, que obtuvo una puntuación de 5,65 en este ranking, es seguido en el top ten por Singapur (5,64), Dinamarca (5,54), Suiza (5,48), Estados Unidos (5,46), Finlandia (5,44), Canadá (5,36), Hong Kong (5,33), Holanda (5,32) y Noruega (5,22).

Los retrasados países latinoamericanos recién aparecen el la medianía de la tabla del WEF, en la posición 40, donde Chile fue evaluado con 4,13 puntos, seguido de Puerto Rico Puerto Rico en el puesto 45 (4,07), y Costa Rica en el casillero 49 (3,95).

El país latinoamericano peor evaluado es Bolivia, en el puesto 131, la antepenúltima posición del ranking, tras una puntuación de 2,68.

Uruguay y Panamá, dos de las economías más estables de la región, afloran juntos en este ranking, en las posiciones 57 (3,81) y 58 (3,81), respectivamente.

Más atrás aparecen juntos Colombia y Brasil, en las ubicaciones 60 (3,80) y 61 (3,80), respectivamente.

El reporte es producido por el Foro Económico Mundial en cooperación con Insead, la escuela de negocios líder a nivel internacional, en el marco de Las Redes Competitivas del World Economic Forum; el Programa de Sociedad industrial para tecnología de información y la industria de telecomunicaciones.


Lea el informe completo del WEF.