jueves, 3 de diciembre de 2009

Quiero añadir...

Por Antonio Alonso.


Por alguna razón, de un mes para acá mi blog ha recibido casi 1000 visitas (casi de 30 por día, pueden verificarlo dando clic en el contador), y eso ponderando un promedio, pero la actividad intensa surgió a partir del jodido correo que jodidamente pasó a joderme, envidado desde una cuenta desconocida pero firmado con mi nombre.

En fin, no soy de los que dicen que su página "tiene apenas 15 visitas diarias", no necesito alimentar mi ego de ese modo, porque ni monitoreo mi blog con regularidad -para empezar-, veo más seguido las Olimpiadas.

Pero bueno, quiero hacer énfasis en una frase que dije el momento de mi defensa y que nadie comprendió, pero ahora que se han fobiado, quizás ya le agarren la onda:

"...se recuerda que, durante la visita de Dante Delgado, en las instalaciones de la Asociación Ganadera, le cayó un mango en la cabeza. “Hubo quien pensó que fue a propósito ó niños que jugaban sobre los árboles. Esto acumula resentimientos contra la enajenada comunidad”..."

Una cosa por la que felicito ampliamente a todos mis compañeros es la integración de la comunidad estudiantil -en la Facico UV- en una Asamblea, veo en ésto un futuro brillante, algo más que prometedor; con este organo basado en el debate y la asimilación que creará un sentido común en todos podremos ponernos de acuerdo para solucionar nuestros problemas y establecer nuestras propuestas antes de que pasen a instancias superiores; incluso para aclarar diferencias, establecer diálogo y, como fin primordial y último, conocernos mejor como CUERPO estudiantil.

Se calificó como "una salvajada" lo que hacíamos en la Asamblea. Repruebo la calificación, pues nos ha costado mucho tiempo, tiempo que desde el punto de vista de CLUB FACICO -cuyo objetivo es la integración de la comunidad estudiantil- equivale a 2 años y medio, pero que en realidad es una cifra mayor. No quiero citarlo, pero quizás nos debamos remontar a los años 90's y, en un ámbito mayor, al '68.

De cierto modo, SÍ, se trató de una salvajada. ¿Por qué lo digo? Reflexiono el comentario de Sandy en su publicación y el ejercicio que intentó hacer Peniley esta tarde. ¿Qué es lo que realmente queremos en este momento? No creo que sea castigar a alguien (y no lo es, se lo remarqué a Raymundo ayer martes), pues queremos salvar a otros de un castigo, incluso Peniley dijo que se alguien castigaba a Karla Briseño ella -y en lo personal yo también- intentaría ayudarle de igual manera. Lo que queremos es un diálogo con una mentalidad no viciada, no condicionada, abierta; que "no nos acercamos a la Dirección", SÍ, la Dirección tampoco se atreve a preguntar "¿qué onda?", se limita a observar por la ventana.

No hay por qué cortar cabezas. Las cacerías de brujas terminaron hace un par de centurias. Estoy cansado, me da flojera el sólo hablar de problemas; sólo falta que me salga una úlcera. Después de la visita de la compañera acabé tan enojado -y créanme que nunca me enojo, hasta me dijeron que ni se notaba que lo estuviera, que bueno que se controlarme- que la agarré contra "Jonkie", no para agredirlo sino para reírme, me hizo falta liberar una presión que venía acumulando desde quien sabe cuando y ésto me vino a amolar; necesitaba gritar o llorar, pero la risa me hizo mejor, en medio de sarcasmos, burlas y chistes me tranquilicé.

No tenía por qué pasar ésto, aunque ya nos planteamos posibles razones, nada queda en el imaginario.

Créanme, hay profesores que no le desean una JUNTA ACADÉMICA ni a sus peores enemigos -si los tuvieran-. Yo tampoco quiero volver a vivir una. Primero que nada; "que weva", segundo: se resuelva lo que se resuelva, puede que no cabemos contentos, o nos peleemos, o sigamos en las mismas.

Es por esto, y otras cosas que quizás paso por alto, que veo un futuro más próspero en la Asamblea de los estudiantes de la FACICO, a cuyo grupo de FACEBOOK recién me integré. ¿Se imaginan que a través de un diálogo transparente podamos enviar propuestas a la Universidad para mejorar, desde el punto de vista de los comunicólogos, estrictamente, y sin la intervención oficialista de los profesores? Como ya dije, también resolver nuestras diferencias, integrarnos y evitar la molestia de embarazosas juntas en la Dirección para que regañen a alguien.

Con todos como testigos, un simple pinche apretón de manos y ¡ya!, a chingar a su madre. Borrón y cuenta nueva.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Desde el rincón: El maestro enseña. ¿También aprende?

Por Celia Rosado Romero.

Observarlos entretenidos frente a la pequeña pantalla de la laptop, fue sugestivo. Un joven y tres maestros atentos admirando, lo que es moda para la juventud, una red social, el facebook del aprendiz. Los maestros disparan las interrogantes: ¿qué es un facebook?, ¿para qué sirve?, ¿cómo inscribirse?, ¿quiénes son los que lo utilizan?

Dos mundos. Dos generaciones queriendo interactuar a través de la tecnología. Fascinante. La explicación sencilla, fluye sin mayor dificultad. Se invierten los papeles: el alumno convertido en maestro y el maestro convertido en alumno. Habrá que echarle la culpa a la tecnología.

Con parsimonia y con mirada de incredulidad, el propietario del facebook vierte la información.”Es como un catálogo de personas” sacándolos de duda. Lo cual no les dice nada, sus rostros los delatan. “Sí, ahí uno encuentra todo lo de una persona, basta poner en la línea de búsqueda el nombre y como arte de magia aparecen, primero los contactos y luego otras personas, con información de gustos, fotografías y videos, literalmente todo. También, sirve para buscar trabajo, ser contratados”. .

Fueron 30 minutos enriquecidos por el conocimiento del chico. Hipnotizados seguían preguntando. No había vergüenza en demostrar ignorancia. El primer paso se dio. Aprendieron. Desecharon la frase endilgada “están peleados con la tecnología” Cuándo el mozalbete sea sorprendo en clase inyectando información o imágenes en su facebook, sabrán que actitud asumir.

Las redes sociales forman parte de la vida de los chicos. En la facultad de Ciencias de la Comunicación un 90 % de la población, informa el joven, tienen además de e-mail, blog y facebook. Son utilizados, explica, para socializar, dar a conocer formas de pensar, intercambiar opiniones, denunciar inquietudes. La información circula por la red. Es el medio de comunicación.

Se han olvidado de verse cara a cara. Es más cómodo y rápido recurrir a la computadora. Basta pasear por los corredores de la institución para toparse con ellos. Si se carece de laptop, las computadoras del centro de cómputo, de la sala de multimedia o de televisión son suficientes, se recurren a ellas. Ya no hay marcha atrás. Los docentes tenemos que entenderlo.

Nace la inquietud. Es imperativa la apropiación de la tecnología. De un distractor se convierte en obligación, sí queremos romper barreras y seguir con el rol de maestro. El desafío es utilizar la tecnología para beneficio del maestro Dejar la subutilización. Lo imprescindible es brincar la barda que separa la frescura de lo innovado. Recordar que vivimos en la era del mass media. Nuevos paradigmas educativos basados en la tecnología- educativa, son el reto.

Las horas pérdidas, de los estudiantes, frente al monitor es el estímulo para darle buen uso. Pero, primero tenemos que aprender a explorar y explotar el recurso. La nueva realidad es valerse de ella, avivarse, diría otro maestro. No podemos desaparecer la presión que ejerce el estudiante que quiere aprender desde el paradigma de la tecnología, al surgir como un apoyo clave.

¿Sí los alumnos se enajenan por qué nosotros no? ¿Qué tan difícil puede ser? ¿Es por la edad? No lo creo. ¿Entonces por qué? ¿Habrá que afirmar que es un asunto insoslayable, imprescindible?

Volteo y fijo la mirada a los maestros, uno a uno, las edades son diversas. Su interés es manifiesto. No dudo, pronto tendrán su facebook o blog, pero seguramente con otro objetivo: el educativo. El futuro será: el 90%, o todos, de los maestros de la facultad se apropiaran de la tecnología como recomienda Begoña Gros.

Sin embargo, no dejo de pensar los riesgos que entraña ser adicta a la tecnología. La belleza que encierra una buena charla frente a frente,.Gozar de las expresiones verbales, No se pueden perder. Siempre será exquisita una nutritiva clase presencial. El viejo cuadro del maestro frente a un pizarrón como representación del proceso enseñanza-aprendizaje, sigue siendo fundamental, no debe morir.

El chico que ahora enseña a sus maestros puede ser el futuro docente de la facultad y le tocará innovar. Es la esperanza. ¿Será que me toque vivirlo? El tiempo lo dirá.

Por lo pronto, comparto con ustedes el siguiente párrafo de Marta Harnecker, investigadora chilena:

“Se está construyendo una universidad inserta en el pueblo; todo el sistema educacional tiene que estar relacionado con lo que Paulo Freire planteó; los docentes tienen que ser educadores populares, tienen que estar insertos en las realidades y las fuentes de la discusión y del aprendizaje deben partir de la realidad, no quiere decir que los libros no sean importantes ni la ciencia, pero tiene que haber una relación de respuesta al territorio, a la tradición, es decir, aterrizada”.

sábado, 10 de octubre de 2009

Aproximación al tabú de las malas palabras

Por Eloy Machado y Marta Ureta
Boletín de la Academia Nacional de Letras Nº 11
Www.espaciolatino.com


A medida que crecemos organizamos nuestro repertorio lingüístico. Teniendo en cuenta diferentes criterios realizamos una selección de términos y nos apropiamos de expresiones que pasan a formar parte de nuestro código.


“No hay nada más hermoso que sentirnos dueños de las palabras del idioma que hablamos, que saber que podemos tomarlas en cualquier momento y valernos de ellas para expresarnos abiertamente. De su mejor o peor combinación depende el resultado de la comunicación que se quiere establecer con el resto de los hablantes y, asimismo, depende la aprobación o el rechazo de los muchos o pocos aciertos de naturaleza semántica-gramatical; pero siempre, tanto en la expresión lograda redondamente como en la que adolece de imperfecciones, quien habla tiene la libertad de seleccionar, de hurgar, de penetrar en el conglomerado léxico que se le presenta para que pueda cumplir su función primordial de comunicación". Héctor Balsas(1)


En este tránsito de búsqueda del término adecuado nos encontramos con algunos "semáforos lingüístico-sociales" que orientan nuestro comportamiento y nos alertan sobre el uso o el no uso de algunas expresiones por considerárselas socialmente reprobables: se trata de las tradicionalmente mal llamadas "malas palabras".

Pero ¿a qué nos referimos cuando hablamos de "malas palabras" si sabemos que es el hablante el que carga de connotaciones positivas y negativas a su discurso?


Es importante citar nuevamente al académico Héctor Balsas: "El que emplea una voz la llena de significación positiva o negativa desde el punto de vista moral, de ahí que, "mesa" y "hablar", por ejemplo, pueden ser malas como las que se conocen como tales, si alguien las utiliza con carga semántica malsonante. Contenido e intención -aderezados con la subjetividad de emisor y del receptor- se adhieren fuertemente para que una voz vaya más allá de lo que normalmente es su destino de comunicación ".(2)


Detengámonos ahora a razonar sobre lo que mencionan estas "malas palabras"; siempre se refieren a partes del cuerpo, secreciones o conductas que suscitan deseos sexuales. Usamos en oportunidades una interjección muy parecida a "caramba" que parece no referirse a ningún órgano o acto. A través de Acuña de Figueroa, el autor del Himno Nacional, conocimos su significado inicial, en un opúsculo llamado Apología y nomenclatura del carajo (1922). Son siempre palabras obscenas y parece que se definieran por su referente. En algunos casos esas referencias aparecen opacadas por el desconocimiento de las mismas. Claro ejemplo de esto es el caso de la palabra "boludo" dentro del lenguaje de los adolescentes. Este término resultaba, en épocas pasadas, uno de los más rechazados por una persona educada. Actualmente los jóvenes lo usan desconociendo, en muchos casos, su significado. Otros ejemplos: mina y guacho: la primera ha ido cambiando de significado. En las primeras décadas del siglo anterior era semejante a prostituta, hoy simplemente a mujer, madre, abuela, monja...


Al respecto son relevantes las palabras de la lingüista Graciela Barrios: "Las malas palabras forman parte de los llamados tabúes lingüísticos. Un lingüista diría que las palabras no son buenas ni malas. Pero desde el punto de vista de la sociolingüística no se puede ignorar que son una marca de informalidad y que hay situaciones en que es adecuado usarlas y otras en que no lo es".(3)


Siguiendo con el análisis comenzado más arriba, podemos decir que las "malas palabras" lo son por acción de los objetos o acciones que señalan y todos ellos son objetos o acciones del cuerpo.


"Obsceno" es lo impúdico, torpe, ofensivo al pudor y si nos remontamos al origen histórico de este término vemos que, aunque su etimología no es clara, posiblemente se trate de una modificación del vocablo latino "scena" que significaría literalmente: fuera de la escena. Obsceno sería, entonces, lo que no debe verse o exhibirse en la escena, o sea, en el teatro de la vida. Según el psicólogo Ariel Arango "La mala palabra o palabra obscena es así la que viola las reglas de la escena social; la que se sale del libreto consagrado y dice y muestra lo que no debe verse ni escucharse. Entonces, las "malas palabras" son "malas" porque son obscenas y son obscenas porque nombran lo que no debe mencionarse nunca en público".(4) Pero si observamos el verdadero uso que se hace de ellas en nuestros días, no parece que la explicación de estos lazos referenciales, restringidos más modernamente a lo sexual-genital y excremental, sea lo más frecuente.

Nosotros preferimos llamarlas "voces malsonantes". Así las definió Amado Alonso.(5) Creemos lo más acertado, ya que el significante arremete más que el significado. Si en lugar de decirse como se conocen habitualmente utilizáramos estos improperios: "vete a la casquivana que te alumbró", "vástago de meretriz" o "por favor, no me colmen los órganos reproductores", por lo menos algo cambiaría, claro está. No provocaría, en ciertos casos, el pretendido desahogo. Abundan insultos en los cuales no figuran términos malsonantes pero pueden herir más profundamente, por ejemplo: "Sos el cáncer de esta empresa" o "Tu mediocridad me asquea".

"Las llamadas malas palabras ocupan esa zona del lenguaje adonde todavía se puede recurrir para buscar la intensidad, la sensualidad, Id violencia, la trasgresión. Las otras zonas de la lengua ya neutralizadas por el uso normativo dentro de la convivencia cotidiana, pierden gradualmente expresividad y sedimentan como estratos agónicos, con cierto grado de muerte".(6)

Para ser más claros en nuestras consideraciones, haremos una posible clasificación:

a) Hablante que tiene incorporados estos términos o expresiones a su repertorio lingüístico y que los utiliza constantemente, pero no siempre con intención insultante.

b) Hablante que tiene incorporados estos términos o expresiones a su repertorio lingüístico y que los utiliza constantemente, pero siempre con intención insultante.

Reflexionemos frente a las características del primer grupo: se trata de hablantes que sienten una necesidad constante de hacer uso de estas voces, aunque muchas veces estas pierdan el nexo con el referente y la expresión se cargue de un significado diferente.


Pongamos por ejemplo a un padre frente a dos hijos: ve a su hija con su vestido de 15 años y exclama admirado: "La mier... que estás preciosa"; a su hijo que le muestra una calificación brillante: "La pu... qué bien que te portaste". La situación varía. No lastima. Evidentemente podría manifestarse de otra forma más adecuada al contexto.


John Leo, periodista de Los Ángeles, nos cuenta que en Zurcí existe la agrupación de "Puteadores Anónimos" integrada por este tipo de hablante sobre el que estamos reflexionando y que se reúnen semanalmente para intentar mejorar esta "práctica lingüística", que, con el transcurrir del tiempo, se ha ido transformando en un problema.


En cuanto al segundo grupo, se trata de hablantes que acuden a estas expresiones conscientes de su intención insultante y las nutren de agresividad. Generalmente alzan sus voces dentro de situaciones que les provocan ofuscación o irritabilidad.


Indudablemente, no podemos avanzar en nuestras consideraciones sin analizar el tipo de insultos que utiliza el hablante de hoy, porque constantemente asistimos a la creación y uso de una gran variedad de ellos: insultos a la familia y a la profesión de algunas mujeres; insultos a las preferencias sexuales; insultos al poder; insultos a las profesiones; insultos a los pueblos; insultos a las razas; insultos a los creyentes; insultos a los infieles; insultos a los políticos; insultos a la gente fea; insultos a los defectos físicos; insultos a las patologías mentales; insultos a las costumbres; insultos a los vicios de toda índole: todos ellos forman un conjunto cada vez más grande de voces, términos y expresiones cuya intención es la de agredir. Insultos que no son bromas sino que se convierten en uno de las más abyectos comportamientos del ser humano, la burla.

Como consecuencia de lo anterior, hemos observado que en la mayoría de estos improperios se destaca una característica trascendental: la forma insultante utilizada invoca, en muchos casos, al referente "mujer". Siempre se recuerda a las madres, las abuelas, las hermanas. ¿Cuál puede ser la razón? Posiblemente, el desprestigio hacia la mujer con el que alguna tradición cultural ha influido.



Pero si bien como profesores de lengua consideramos que el hablante debe adecuar su código lingüístico al contexto, también sabemos y como docentes defendemos la postura de que a las cosas hay que llamarlas por su nombre. Es importante, entonces, citar las palabras de Carmen Laforet: "En algunos casos excluir estas palabras puede quitar veracidad a un personaje o a un ambiente. En mi caso particular de escritora, procuro rehuir estas palabras cuando no lo considero absolutamente necesario y cuando llega el caso de apuntarlas lo hago".(7)

Nos referiremos a la traducción de algunas películas; se escucha a un actor, caso Gary Cooper expresando una palabra malsonante para su idioma, "shit", y el subtítulo no tiene nada que ver, pues está sumamente suavizado. Además las palabras varían según el contexto. Algunas consideradas totalmente naturales en un país, en otro resultan agresivas: "boa", en Méjico significa el miembro viril masculino; "sartén", en Ecuador, órgano genital femenino; "café", en República Dominicana, prostíbulo.

Vuelve a destacarse el significante o sea la imagen acústica y no solamente el significado. Recordamos cuando Felipe González en un canal montevideano se va a servir un vaso de agua y manifiesta: "Voy a tomar un vaso de agua; ven que no empleo el verbo que no se puede". En algunas circunstancias una palabra malsonante puede ubicarse inteligentemente, como ocurre en la película de Beatriz Flores Silva, cuyo título, para quienes han comprendido profundamente el argumento, lleva una doble connotación.


Evidentemente, hoy observamos asombrados que estas expresiones y términos han invadido los códigos lingüísticos y pensamos que la imagen que ilustra este trabajo gráfica claramente la situación: hoy todo el mundo acude a estas voces en alguna instancia de su vida, pero no siempre el hablante es consciente de lo que está expresando.


Es importante, entonces, pensar en las posibles causas de la penetración de estas voces en nuestro léxico. Se trata de un fenómeno pluricausal, pero reconocemos que el proceso de desarrollo que han tenido los medios de comunicación ha desempeñado un papel muy importante.


Nos parece interesante pensar cuándo comenzó este aluvión de palabras malsonantes; primero en España, luego de los famosos cuarenta años; en Argentina después de circunstancias semejantes. De ahí nuestro total desacuerdo con la prohibición de palabras. No con la censura, sí con la sugerencia didáctica y el buen gusto.


No dudamos que este tipo de términos ayuda a la unión y confianza entre amigos; molesta cuando se utilizan gratuitamente como sucedió en un programa televisivo en el que el prestigioso psiquiatra y escritor argentino, ya mencionado, efectuó una referencia grosera, sin ninguna necesidad, al sexo oral.


Indudablemente será trascendental la incidencia que, desde el aula, tenga el trabajo del profesor de Idioma Español porque es un profesional de la lengua estándar y como tal debe enseñar esta variedad. Lo que importa es que el hablante esté capacitado para expresarse de la manera adecuada según las circunstancias de habla. Importa citar a Daniel Cassany: "Cada situación requiere el uso de un registro particular que está determinado por el tema del que hablamos o escribimos (general o específico), por el canal de comunicación (oral o escrito), por el propósito perseguido (por ejemplo informar o convencer) y por la relación entre los interlocutores (formal o informal)".(8)


Existe una costumbre, en nuestro país, criticar el lenguaje de los argentinos. No nos damos cuenta de que somos consumidores de esos programas; pero lo que nos resulta extraño es que siempre son criticados. En las décadas de los 40 y 50 se menospreciaba, por cierto público, las películas de allende el Plata, porque en sus parlamentos se usaba el pronombre vos y no el tú. Realmente inconcebible, ya que cualquiera de los dos son válidos.


"La elección de las palabras tiene que ver con la inteligencia de cada uno y es tan compleja como la organización mental de la persona. Vagina es la palabra correcta para nombrar el órgano genital femenino. Se escandalizan por la mención pública de una cuestión genital, molesta el asunto. Me parece un prejuicio anacrónico, síntoma de pereza mental".(9)


Otra causa es, sin lugar a dudas, el continuo desborde de violencia que también nos ha invadido. Hoy vemos cómo a partir de una agresión verbal se llega a una situación de violencia física. El contexto más frecuente de la "palabrota" o "palabra malsonante" es la agresividad o la expresión más o menos fuerte de la agresividad.


"Las palabras parecen malas cuando son usadas en un contexto en el cual el decirlas conforma una violencia a otros, y la maldad parece radicar entonces en el mismo vértice en que aparece en distintas ocasiones. La agresividad nutre las malas palabras y lo que ellas designan, de muchas maneras".(10)


Hablar es hacer cosas con las palabras entre personas, lo cual siempre tiene dimensiones distintas: una dimensión moral, una dimensión formal o instrumental, una dimensión afectiva, una dimensión cognoscitiva, una dimensión estética, etc.


Pero, ¿qué hacer frente a esta realidad? ¿Implica solamente un fenómeno lingüístico o involucra también un cambio de actitud frente a la vida? Adherimos a la segunda opción porque sucede que vivimos tiempos de impaciencia y ansiedad. Hemos inventado todo tipo de artilugios para hacerlo todo rápido. Llevamos mucha prisa para llegar pronto a no se sabe dónde. Creemos que llegó el tiempo de detenernos frente al adolescente y ubicarnos en el tiempo de la espera. Comencemos nuestra tarea desde el aula y no demos respuestas: Eduquemos en el tiempo del pensamiento y la duda. Construyamos situaciones de armonía y cooperación que permitan desarrollar la capacidad de sintonizar emocionalmente con otras personas y de ponerse en el lugar del otro. Volvamos a la palabra, al hablar pensante.


Pensamos que, como docentes, debemos estimular una educación lingüística implicada con la emancipación comunicativa del alumnado, con el afán ético de convertir el lenguaje y las lenguas en herramientas de convivencia entre las personas y con una alfabetización que haga posible una lectura crítica de los códigos del mundo que nos ha tocado vivir.


No todos somos conscientes de que convivir no es una tarea sencilla y que además muchas de las perturbaciones suelen originarse por dificultades en la comunicación. Hablar con los otros constituye todo un desafío y un compromiso intelectual y afectivo. Para poder dialogar es preciso saber escuchar y poder esperar. Importa saber ocupar nuestro lugar sobre todo cuando se trata de interlocutores adolescentes porque la asimetría que se produce exige al adulto el aporte de la calma, la escucha, la confianza, etc.


Importa, en este momento, atender a lo que nos dice el informe Delors para la UNESCO en cuanto a que los cuatro pilares básicos en los que ha de sostenerse la educación del siglo XXI son: aprender a ser, aprender a hacer, aprender a pensar y aprender a convivir.(11)


Nuestra propuesta es, por lo tanto, educar para la convivencia sin tenerles miedo a las palabras. Humanicémonos. Construyamos volviendo a la fuente.


No olvidemos más que "en el principio era el verbo".

(1) "Relaciones" (Montevideo, n° 75. Agosto, 1990).

(2) Ídem.

(3) "Culturas" (4 de julio, 1999. Montevideo).

(4) "Las malas palabras" (7a ed. Ed. Legasa).

(5) "Estudios hispanoamericanos" (Gredos. Madrid).

(6) Porzecanski, Teresa. "Relaciones" (Montevideo, no 75, 1990).

(7) "Estafeta literaria" (Madrid, no 267, 1963).

(8) "Enseñar lengua" (Ed. Graó. 1994).

(9) Dolina, Alejandro. "Noticias". (Buenos Aires, set. 2001).

(10) Paciuk, Saúl. "Relaciones". (Montevideo, n° 75, 1990).

(11) Delors, Jacques. "La educación encierra un tesoro". (UNESCO, S. XXI, 1996).

viernes, 2 de octubre de 2009

MINUCIAS EN LA VIDA: Los bordes de la otredad


Por Genaro Aguirre Aguilar.


Como seres humanos –poco a poco- hemos venido entendiendo que el mundo es un entrecruce de diversidades y pluralidades, por lo tanto las experiencias que vamos construyendo día a día tienen matices, texturas y polifonías que hacen necesario desarrollar cierta sensibilidad para poder entender los nuevos entramados relacionales en donde nos movemos.


Nadie tendría que llamarse sorprendido si en esta tesitura, alguien actúa y piensa diferente. No obstante, con suma regularidad el peso de la (des)calificación suele ser parte de las dinámicas en muchos de los contextos donde nos movemos; lo que sin duda inhibe reconocer en esa “otra” mirada, en “ese” otro cuerpo, la pertinencia para problematizar mejor al mundo (y en esto incluimos la concepción que de él tengamos).


Decimos esto convencidos de la necesidad de tejer encuentros que posibiliten la creación de nodos articuladores que orienten hacia una resignificación de lo social, más allá de lo que pensamos, lo que concebimos o cómo nos relacionamos. Sabedores de lo complicado que es desandar lo andado, esto no debe impedir aprovechar la ocasión para dialogar en la diferencia, para construir experiencias afines, aún en medio de los desencuentros propios de la diversidad social.


Es cierto, no es fácil trazar una agenda que conduzca a estas nuevas relaciones, cuanto más si lo que de fondo está, es desmarcarse de las zonas de certidumbre, de confianza en uno mismo; de aceptar que nada como lo endógeno para asfixiar y reducir a casi nada lo poco que de humanidad deja este ritmo de vida. Por todo ello, creemos que lo más razonable es definir una nueva agenda para conducirnos por otras formas de entendimiento, especialmente frente a ese “otro” junto a quien o desde donde suele revelarse lo más oscuro de nuestra condición humana.


Si bien cohabitamos en un mundo rico por lo diferente, por lo multicultural, el paisaje, las historias y los personajes que día a día lo determinan, pareciera se niegan a concebir otro relatos, a trazar otros itinerarios, a pensar en otros escenarios de convivencia; convencidos que la negación y la ausencia de otredad en nuestros proyectos de vida (sociales, políticos, académicos, por mencionar algunos) –después de todo- nos han traído hasta este punto donde estamos ahora.


Triste por no decir lamentable es ver la manera en que se obvia, se niega, se repele, se persigue, se señala, se anula a aquel “otro” desde el cual este mundo, nuestro mundo, pudiera ser distinto. Detrás de todo esto, la presencia de una mezquindad que conduce a la soberbia, a una relación de poder que subordina y anula toda posibilidad de dignificar la vida de los “otros”.

lunes, 21 de septiembre de 2009

¿Burócratas o Académicos?

Por Manuel H. Naranjo


México,D.F,Lunes 14 de Septiembre de 2009

Aquello es una Academia de Corte y Confección, que produce textoservidores-cagatinta y cronistas de sociales. Hay excepciones, no muchas desafortunadamente. Algunos chicos valiosos, la gran mayoría tranzas, chayoteros, soflameros, eso sí, con ínfulas de genios, repetidores de consignas, gana panes, indiciados por la fama pública como cómplices de la delincuencia organizada.


Este cuento de la Comunicación, yo diría que de la Información, es 50% oficio y 50% formación académica, seria, formal, puntual.


El ideal sería tener en esas escuelas un profesorado de Alto Nivel, permítame el ejemplo, como sucede en algunas escuelas de Derecho, la Libre allá en Veracruz, donde los académicos son Magistrados de Tribunales Colegiados, Jueces de Distrito y, no como en la Facultad de Derecho de la UV que opera como lo que es una instancia burocrática, que produce desempleados y pendejos. Del tipo de “académico” que sigue pensando que el Auto de Formal Prisión es la patrulla.


El viernes 11 sentaron en el banquillo de los acusados en la FACICO al estudiante que acusan de agitador.


Por sus manifestaciones de inconformidad.


De entrada ese pequeño segmento del estudiantado, rechaza la Certificación y/o Acreditación “que se fundamenta en información falsa ---como un centro de computo que da pena, una docente de la que vale la pena dar la vida por el 20%, una maestría en la que no hay maestros ni plan de estudios--- con el firme propósito de contar con un papelito ---que no se hará valer sino hasta dentro de cuatro años--- y un presupuesto que se empleará en pintura nueva para las bancas del auditorio que, por cierto nadie ---nunca--- limpia porque no están contempladas dentro del contrato sindical y, que además mancha el trasero de quién se siente ahí, etc., etc”

La chamacada lanza asertos contundentes “Con el tiempo, hemos analizado y evaluado a voces la situación en la Facultad, sin embargo, con temor a represalias por hacerlo público; a saber: calidad docente, atención a estudiantes, servicios de cómputo y equipo audiovisual, etc., etc”


Y… no es todo, ese adjetivo indilgado a la FACICO por los “agitadores”, resulta un recordatorio maternal, le dicen INCOMUNICADA e INCOMUNICADORA.


A los que medran a expensas de la FACICO no les hizo ninguna gracia que los “agitadores” recalquen “la pérdida de identidad entre los estudiantes universitarios, al grado que no van a la Universidad, sino a la Escuela; la pérdida de la cultura periodística y la creación de un perfil profesional a partir del primer semestre”

Las evidencias explican el criterio estudiantil. A pinche mil chicos, los farsantes de la FACICO, los que se plantan frente a grupo, los han mandado a la calle ha hacer el ridículo.


Desde aquella generación compuesta por Miguel Guevara, José Pablo Robles, Isabel Zamorano, Ana Cristina Peláez, Nacho Oropeza y “El Pipián” mi querido Luis Velázquez, hubo un bache inmenso, la producción de profesionales de la Información decayó; hasta el egreso de otro pequeño grupo: Raymundo Jiménez, la Ruz Avila y dos o tres más; pasó mucho tiempo para que egresaran Carolina Navarrete, Regina Martínez, Mireya Cuellar, Sergio Melgar, Andrés Timoteo y dos o tres más.


Si lo que sobra es talento, entonces la culpa es de los “académicos” que mal forman profesionales.

¿Por qué Academia de Corte y Confección?


Patricio Pérez Pintado, un oaxaqueño de nacimiento y jarocho por adopción, con dos o tres chelas pa’bajar el calor y después media docena de guiskis, en las servilletas del bar La Gracia, redactaba la nota de sociales: “Ante los pies del Santísimo, la agraciada joyita ---una negra, gorda, grasienta, sudorosa, chaparra, patizamba que caminaba como Chita--- hija de connotado matrimonio, recibió de manos del reverendo Presbítero la Sagrada Eucaristía; para tan solemne ocasión portó un elegante vestido de Charme rosa mexicano, con moños tornasoles en las trenzas y zapatillas de raso, color verde La Boticaria”. Miembro de la peña de La Gracia, cuando el Chori era el cantinero y todavía funcionaba en la avenida Zaragoza casi esquina Canal, Alfonso Valencia Ríos de El Dictamen, se levantaba a gritos pedía la cuenta y repetía el mismo rollo de todos los días: “Señores, les voy a invitar una tanda, pero antes, bola de cabrones, chinguen a su madre”. El viejo se despedía a carcajadas, moviendo la cabeza y repitiendo como todos los días: “Tienen razón”


Haciendo un recuento de Medios impresos y audiovisuales en el estado, de norte a sur: La Opinión de Poza Rica, La Opinión de Martínez de la Torre, El Gráfico de Martínez dela Torre, Diario de Xalapa, Gráfico de Xalapa, AZ, Política, Marcha, Dictamen, Notiver, los dos diarios cordobeses, Diario del Istmo, El Liberal, Sotavento, El Diario y, La Opinión, ninguno es dirigido por egresados de la FACICO; Telever y Azteca Veracruz, están la misma condición; Acir, Avanr

adio, Grupo FM y la excepción Radio Núcleo Oro, con Betty Zavaleta egresada de la FACICO, son parte de lo mismo.


Muchos de los egresados de la FACICO son fotógrafos, tan malos que retratan muertos y les salen movidos.


En la FACICO todo es teoría, teoría y teoría. Los impartidores son burócratas izquierdosos que maman de la ubre gubernamental. La mayoría son simples asalariados. Por sus propios medios, incapaces de producir, cuando menos, lo que se tragan. Son parte de la nociva especie de los presupuestívoros. Que ahora dan clases de moral, pero que apenas ayer, dentro las aulas le pegaban duro y tupido a la mariguana.


¿Los nombres? . Que se los diga Nacho Oropeza, son de los notables de la FACICO, los que hasta ayer regenteaban la Facultad de Ciencias de la Comunicación.


En nada les ayuda, pero un abrazo a los “agitadores”.