viernes, 2 de octubre de 2009

MINUCIAS EN LA VIDA: Los bordes de la otredad


Por Genaro Aguirre Aguilar.


Como seres humanos –poco a poco- hemos venido entendiendo que el mundo es un entrecruce de diversidades y pluralidades, por lo tanto las experiencias que vamos construyendo día a día tienen matices, texturas y polifonías que hacen necesario desarrollar cierta sensibilidad para poder entender los nuevos entramados relacionales en donde nos movemos.


Nadie tendría que llamarse sorprendido si en esta tesitura, alguien actúa y piensa diferente. No obstante, con suma regularidad el peso de la (des)calificación suele ser parte de las dinámicas en muchos de los contextos donde nos movemos; lo que sin duda inhibe reconocer en esa “otra” mirada, en “ese” otro cuerpo, la pertinencia para problematizar mejor al mundo (y en esto incluimos la concepción que de él tengamos).


Decimos esto convencidos de la necesidad de tejer encuentros que posibiliten la creación de nodos articuladores que orienten hacia una resignificación de lo social, más allá de lo que pensamos, lo que concebimos o cómo nos relacionamos. Sabedores de lo complicado que es desandar lo andado, esto no debe impedir aprovechar la ocasión para dialogar en la diferencia, para construir experiencias afines, aún en medio de los desencuentros propios de la diversidad social.


Es cierto, no es fácil trazar una agenda que conduzca a estas nuevas relaciones, cuanto más si lo que de fondo está, es desmarcarse de las zonas de certidumbre, de confianza en uno mismo; de aceptar que nada como lo endógeno para asfixiar y reducir a casi nada lo poco que de humanidad deja este ritmo de vida. Por todo ello, creemos que lo más razonable es definir una nueva agenda para conducirnos por otras formas de entendimiento, especialmente frente a ese “otro” junto a quien o desde donde suele revelarse lo más oscuro de nuestra condición humana.


Si bien cohabitamos en un mundo rico por lo diferente, por lo multicultural, el paisaje, las historias y los personajes que día a día lo determinan, pareciera se niegan a concebir otro relatos, a trazar otros itinerarios, a pensar en otros escenarios de convivencia; convencidos que la negación y la ausencia de otredad en nuestros proyectos de vida (sociales, políticos, académicos, por mencionar algunos) –después de todo- nos han traído hasta este punto donde estamos ahora.


Triste por no decir lamentable es ver la manera en que se obvia, se niega, se repele, se persigue, se señala, se anula a aquel “otro” desde el cual este mundo, nuestro mundo, pudiera ser distinto. Detrás de todo esto, la presencia de una mezquindad que conduce a la soberbia, a una relación de poder que subordina y anula toda posibilidad de dignificar la vida de los “otros”.

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