martes, 12 de enero de 2010

Lideres mundiales le piden a Obama...

Daniel Barenboim, director de orquesta y pianista

Él quiere que Obama ayude a resolver uno de los más importantes problemas: el conflicto palestino-israelí

FOTO: AP // Daniel Barenboim, director de orquesta y pianista

El conflicto palestino-israelí es uno de los más importantes y urgentes de nuestros tiempos. Ni los israelíes ni los palestinos han convencido al mundo de que sienten una necesidad urgente de hacer la paz: los israelíes están concentrados fundamentalmente en su seguridad y los palestinos desean justicia. Los israelíes deben ser confrontados conscientemente con los efectos devastadores de la ocupación del territorio palestino y los asentamientos israelíes en el futuro de ambos pueblos. La obvia indiferencia a los derechos humanos inevitablemente hará que Israel se vea como un estado apartheid en el largo plazo. La imposibilidad de palestinos e israelíes de llegar a un acuerdo por ellos mismos me hace pensar en la necesidad de una solución imparcial, impuesta desde afuera. La amistad de Estados Unidos ha sido una gran bendición para Israel en el pasado, pero la verdadera amistad implica honestidad y valor, así como apoyo y generosidad. Israel necesita ayuda desesperadamente, ya que, estratégica y moralmente, su actual posición es peligrosa tanto para su propio futuro, como para el de los palestinos. Si el presidente Obama desea poner fin al conflicto lo exhorto a dar los siguientes tres pasos.
1. Sacar a la luz el problema palestino entre la población de Israel, ya que la solución será posible sólo cuando se haya reconocido el problema.
2. Ejercer presiones para que Israel haga lo que es esencial para la sobrevivencia tanto de israelíes como de palestinos. Como he dicho tantas veces antes, el destino de ambos pueblos está ligado inextrincablemente, y por tanto es su bendición o maldición el vivir uno al lado del otro, no con las espaldas vueltas contra el otro. Lo que es bueno para uno en el largo plazo debe, por definición, ser bueno para el otro, y lo que es malo para uno no puede ser bueno para el otro.
3. Ejercer presiones sobre los palestinos para que celebren elecciones democráticas y transparentes en todos los territorios palestinos (incluyendo Gaza) a fin de que entonces se pueda entablar un diálogo con todas las facciones palestinas independientemente de su posición actual.
Escribo estas palabras como israelí y como ciudadano palestino. El presidente Obama me parece el único que, a través de la visión que presentó en su discurso de El Cairo, puede llevar seguridad y justicia a la región.



Helen Zille, alcadesa de Ciudad del Cabo, Sudáfrica

Ella le pide a Barack Obama que mande un mensaje universal de que el mundo no necesita hombres fuertes; necesita instituciones fuertes

FOTO: AP // Helen Zille, alcadesa de Ciudad del Cabo, Sudáfrica

En Ciudad del Cabo no sólo compartimos las esperanzas del presidente Obama en un mundo más justo y tolerante; sentimos una profunda afinidad con él. Su padre salió de un continente; su madre, de otro. En Ciudad del Cabo, muchos tenemos una ascendencia similar.
Pero en nuestras elecciones persiste una maldición: los sudafricanos votan no de acuerdo a ideas sino de acuerdo con su grupo racial. Esto sofoca la perspectiva más importante de la democracia: la posibilidad de cambio de gobierno. El hecho de que muchos votantes estadounidenses hayan elegido a un hombre de un color de piel diferente a la propia fue una inspiración para nosotros.
En Estados Unidos, el poder del presidente tiene varias restricciones. Los africanos quisieran tener esa misma suerte. Lo mejor que podría hacer un país africano sería simplemente copiar la constitución de Estados Unidos. Todavía no hemos aprendido la lección de lo letal que son para cualquier sociedad los "grandes hombres" con el monopolio del poder. Robert Mugabe, el tirano en nuestras fronteras, es el mejor ejemplo. Este año, en Ghana, los africanos aplaudieron cuando el presidente Obama dijo: "África no necesita hombres fuertes; necesita instituciones fuertes." Nosotros quisiéramos que repitiera ese mensaje a donde quiera que vaya en 2010.
Por último, quisiéramos que viniera a Ciudad del Cabo para la Copa Mundial de Fútbol en junio-julio. A diferencia del fútbol americano _ un juego de propósitos oscuros, acción limitada y reglas incomprensibles _ él vería el "hermoso juego" que fluye lleno de gracia sobre la cancha verde, rodeada de montañas y del mar. Si caminara por las calles de Ciudad del Cabo, él se sentiría en casa, pues es aquí donde la gran familia humana alcanza su más gloriosa variedad.



Jessica Tuchman, presidenta de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional

Ella quiere que Barack Obama se enfoque en la paz en Medio Oriente

FOTO: AP // Ratificación del tratado de prohibición completa de los ensayos nucleares

Suponiendo que en 2009 se aborde el problema más abrumadoramente importante _ elaborar una estrategia funcional para Afganistán _, el presidente Obama se enfrentará a tres tareas "obligatorias" en 2010. Cada una de ellas tiene un alto costo de política interna, es crítica en el extranjero y es muy necesaria.
La primera es asegurar la ratificación del tratado de prohibición completa de los ensayos nucleares. Los países no nucleares del mundo han llegado a creer que los estados nucleares no tienen la intención de cumplir con los compromisos del Tratado de No Proliferación y, con el tiempo, renunciar a sus armas nucleares. En consecuencia, los estados no nucleares no están dispuestos a discutir las obligaciones adicionales que todos los estados necesitarían asumir para hacer frente a las nuevas amenazas de los terroristas y para tapar las flagrantes lagunas del régimen de no proliferación. Gran Bretaña, Francia y Rusia ya lo ratificaron; China está esperando a Estados Unidos. Es una pieza clave de la seguridad nacional de Estados Unidos.
La segunda es la aprobación de leyes sobre energía, con compromisos para reducir drásticamente las emisiones de carbono. Sin la acción del Congreso, Estados Unidos no puede negociar un acuerdo global y, sin eso, el mundo se enfrentará a un daño irremediable.
Mi tercera esperanza es aun más difícil. La posibilidad de paz en el Medio Oriente se ha erosionado. Obama ha tratado justamente de abrir canales que habían estado cerrados (especialmente con Siria) y ha arrojado el guante en la continua actividad de asentamientos israelíes. Un año después, no tiene nada que mostrar a cambio. Debe de empezar de cero.



Shashi Tharoor, escritor y ministro de Exteriores de la India

Le pide a Barack Obama que se esfuerce por el desarme nuclear universal

FOTO: AP // Shashi Tharoor, escritor y ministro de Relaciones Exteriores de la India

Las tres cosas que me gustaría que hiciera el presidente Obama en 2010:
1. Reforzar las relaciones con el Sur global. El presidente Obama está en una posición única, en virtud de su historia personal, para trascender las divisiones Norte-Sur. Estados Unidos encontrará por todo el Sur a muchos aliados dispuestos a trabajar constructivamente con él. La democracia más grande del mundo, India, no se encontrará rezagada en su deseo y su capacidad de desempeñar ese papel.
2. Esforzarse por el desarme nuclear universal. El presidente Obama es el primer presidente estadounidense en funciones que exhorta al desarme nuclear universal. Con la India comparte el reconocimiento de que no es suficiente la mera no proliferación, pues la idea de que algunos países tienen derecho a poseer armas que son tan terribles que otros no deben tenerlas es inequitativa e insostenible. India mantiene su compromiso con la eliminación completa de armas nucleares.
3. Reforzar el enfoque multilateral a los problemas globales. El mundo actual está lleno de lo que en Naciones Unidas solíamos llamar "problema sin pasaporte": los problemas del terrorismo, la proliferación de armas de destrucción masiva, el deterioro ambiental, las enfermedades contagiosas y el hambre crónica, el analfabetismo y los desplazamientos masivos. Esos problemas requieren soluciones que cruzan todas las fronteras. Es por esto que el multilateralismo es más importante en el siglo XXI que en el XX.
Un buen lugar para empezar sería reformar las instituciones que han sostenido el orden mundial construido en 1945. En 2010, no tiene sentido que cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad estén en él porque ganaron una guerra hace 65 años, o que el voto ponderado de Bélgica en el Banco Mundial pese más que el de China. Las instituciones globales deben reflejar las realidades geopolíticas de hoy para que puedan resolver efectivamente los problemas del mañana. Pero eso no sucederá hasta que Estados Unidos encabece un esfuerzo genuino por cambiar desde arriba.



Yulia Timoshenko, Primera Ministra de Ucrania

Ella pide que Obama haga frente a sus tres mayores desafíos económicos

FOTO: AP // Yulia Timoshenko, Primera Ministra de Ucrania

Aunque los gobiernos de todo el mundo, el mío entre ellos, sienten renovada confianza en que la recuperación económica está cerca, sabemos que no puede sostenerse indefinidamente la estrategia que sostiene a la economía global.
Por doloroso que sea, deben alinearse los fundamentos financieros de Estados Unidos. Sólo haciéndolo el presidente Obama podrá hacer frente a sus tres mayores desafíos económicos: asegurar el futuro fiscal del país, estabilizar el sistema financiero internacional a largo plazo y recuperar la confianza en el dólar como moneda de reserva global. Ucrania acaba de pasar un año haciendo lo que debe de hacer Estados Unidos. Fue doloroso pero sobrevivimos. Nuestro pueblo estaba resuelto y esperábamos salir de la crisis con unas finanzas más sanas y un sector bancario fortalecido. El presidente Obama tiene los dones políticos requeridos para convencer a los estadounidenses de la necesidad de resolución fiscal.
Mayor estabilidad política _ en el Este como en el Oeste _ es la clave de una reforma duradera y de la prosperidad económica.



Louise Arbour, presidenta del Grupo Internacional de Crisis

Ella quiere que Barack Obama genere nuevas realidades en tres campos: solución, manejo y prevención de conflictos

FOTO: AP // Louise Arbour, jurista y presidenta del Grupo Internacional de Crisis

El presidente Barack Obama debe seguir apuntando a lo más alto. De hecho, debe poner la mira en lo extraordinario: un segundo Premio Nobel. Esta vez, el premio tendría que apoyarse en que él hubiera creado nuevas realidades en tres campos: solución, manejo y prevención de conflictos.
El primero en la lista es el Medio Oriente. No será suficiente un proceso político de alto nivel entre palestinos e israelíes. Tiene que haber pasos visibles en el terreno para mejorar la vida de la gente _ por ejemplo, abrir los retenes y suspender los ataques con cohetes _ para que el pueblo de ambos lados vea dividendos inmediatos y se convenza del proceso.
En cuanto al manejo de conflictos, Obama debe concentrarse en Afganistán. No hay soluciones rápidas, pero reformar las instituciones y establecer una administración constitucional debe ser la prioridad básica para contener a la insurgencia.
Por último, la prevención de conflictos es la meta en Sudán, que se acerca peligrosamente a recaer en una guerra civil que ya mató a millones de personas. Estados Unidos y la comunidad internacional en general deben ayudar a dirigir el proceso hacia un resultado estable, al tiempo que se resuelve la situación en Darfur y se trata con un presidente acusado de crímenes de guerra.



Martti Athisaari, Nobel de la Paz y ex presidente de Finlandia

Quiere que Estados Unidos tenga más participación para la resolución del conflicto palestino-israelí

FOTO: AP // Martti Athisaari, premio Nobel de la paz

Mi experiencia en Namibia y Kosovo me ha enseñado que los conflictos internacionales no pueden resolverse sin el apoyo activo de Estados Unidos.
Existe una gran urgencia de actuar en el conflicto palestino-israelí. En este conflicto, las dos sociedades necesitan hacer concesiones dolorosas. Si no se alcanza ningún progreso en 2010, el conflicto podría sufrir una transformación radical. La solución de dos estados podría ser cosa del pasado y podrían surgir problemas de seguridad no previstos hasta ahora. Para que la región sea más segura, es esencial abordar los conflictos entre Israel, Siria y Líbano. También debe tratarse la posición regional de Irán, para limitar su impacto en el conflicto palestino-israelí.
El mejor aporte para la paz mundial es darles perspectivas de empleo y de empresa a los jóvenes, en especial en los países en desarrollo. De persistir el desempleo habrá muchos reclutas en potencia para los movimientos radicales y violentos.
La proliferación nuclear es el tercer tema. También es probable que continúe en tanto las principales potencias nucleares, Estados Unidos y Rusia, no cumplan su compromiso de esforzarse por lograr el desarme nuclear. Ahora la acción es decisiva.
Estos temas no pueden solucionarse con una estrategia de esperar a ver qué sucede. Quienes tienen el poder tienen también la responsabilidad de actuar. Y esa responsabilidad yace a ambos lados del Atlántico.



Jorge Ramos, periodista de Univisión y escritor

Pide a Obama que no se olvide de los más vulnerables: los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos

FOTO: AP // Jorge Ramos, periodista de Univisión, escritor, inmigrante

Mi consejo es muy sencillo. No se olvide de los más vulnerables: los inmigrantes indocumentados aquí en Estados Unidos. No tienen derechos, ni esperanzas ni nadie que luche por ellos.
Presidente Obama, usted puede cambiarles la suerte y de paso ayudar a su país.
A las grandes naciones se les conoce por cómo tratan a lo más menesterosos, no a los más poderosos. Millones de personas se han beneficiado de la política migratoria de Estados Unidos, históricamente generosa. Yo soy una de ellas. Este país me dio las oportunidades que no pudo darme mi país de origen, México.
Actualmente, por lo menos doce millones de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos viven en las sombras, siendo perseguidos y con un miedo constante. Sus hijos nunca tienen la seguridad de que sus papás regresarán a casa del trabajo o de que no serán deportados. se no es el estilo estadounidense.
Eso debe acabarse. No sólo porque la gran mayoría de los inmigrantes no son criminales ni terroristas, sino también porque hacen que Estados Unidos sea mejor. Sus aportaciones rebasan con mucho el costo de cualquier servicio público de que hagan uso, como atención médica, educación y otros programas sociales.
Si usted legaliza a los inmigrantes indocumentados, asegurará una recuperación económica más rápida; ellos pagarán más impuestos y aportarán más al seguro social y a Medicare. Lo que es más importante, si usted desata su poder de compra, no les quitarán empleos a otros estadounidenses; abrirán negocios pequeños y crearán fuentes de trabajo.

Este es el argumento económico. Pero también hay un argumento moral.
La Declaración de Independencia establece que "todos los hombres son creados iguales". Bueno, eso no es así actualmente en Estados Unidos.
En una entrevista, el 28 de mayo de 2008, cuando usted hacía campaña para la presidencia, me dijo: "Lo que puedo garantizar es que el primer año tendremos un proyecto de ley de inmigración que yo apoyo fuertemente." Eso no ha ocurrido y el fin del primer año se está acercando.
Es urgente encontrar una solución. Ahora.
Los nuevos votantes latinos recordarán quién les echó la mano cuando más la necesitaban. Sin una reforma migratoria exhaustiva _ que les dé un estatuto legal a quienes ya se encuentran en Estados Unidos y establezca un sistema realista y efectivo para manejar a quienes lleguen después _ este problema tendrá consecuencias dramáticas e imprevisibles.
A esto se agrega la posibilidad de una nueva oleada de inmigrantes latinoamericanos una vez que se corra la voz de que la economía estadounidense se está recuperando. El país no está preparado para manejarlos.
En todo el mundo hay unos 200 millones de inmigrantes. Las naciones más poderosas, entre ellas Estados Unidos y los miembros de la Unión Europea, no deberían estar persiguiendo a los más débiles y afligidos.
Barack Obama, su padre fue un inmigrante de Kenia. Dé el primer paso y guíe con el ejemplo. El mundo bien podría seguirlo.



Jorge Castañeda, escritor y político mexicano

Pide que Estados Unidos tenga más participación en América Latina para que se desarrollen raíces democráticas más firmes

FOTO: AP // Jorge Castañeda, escritor y político mexicano

Espero con ansias ver una participación de Estados Unidos en América Latina de otro tipo, una participación que pueda allanar el camino para que se desarrollen raíces democráticas más firmes. Muchas naciones tradicionalmente anti-intervencionistas _ México, Brasil, Argentina _ están llegando a entender con dolor la necesidad de anclar los sistemas democráticos y los compromisos con los derechos humanos de la región en un marco legal fuerte e intrusivo. Esto sería similar a la forma en que los acuerdos de libre comercio, los programas del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, y los mercados mismos, han "sellado" políticas económicas que finalmente están empezando a dar resultados.
Estados Unidos debe ser parte de ese marco. Debe persuadir a esos países y otorgar la credibilidad que surge de la implicación de Washington. A pesar de su limitada participación en la región en los años recientes, Estados Unidos tiene una credibilidad persistente e inevitable en la región.
La involucración de Estados Unidos es decisiva para abordar las crisis regionales, como lo fue su reciente participación en la crisis hondureña. ¿Dónde terminan las violaciones al orden democrático perpetradas por el golpe de estado y dónde empiezan aquellas de las tendencias autoritarias del presidente de Venezuela, Hugo Chávez? ¿Cuándo la legitimidad de un presidente democráticamente electo se convierte en la ilegitimidad de un gobierno antidemocrático? ¿Cuándo deben aplicarse las sanciones? ¿Sólo después de un golpe de estado, como en Honduras, o también después de una elección robada, de la suspensión de las garantías individuales, del cierre de un congreso o de ataques en gran escala a los derechos de propiedad? ¿Cuándo deben extenderse o suspenderse los privilegios del libre comercio, cuando están amenazados los derechos laborales y ambientales o cuando se interrumpe el gobierno democrático?

Estas preguntas necesitan respuestas para que la región perfeccione su sistema político, cada vez más democrático. A las respuestas les faltaría filo y relevancia sin Estados Unidos. Es por eso que los intentos de América Latina por reemplazar la estructura de la Organización de Estados Americanos por una que excluya a Estados Unidos y a Canadá _ quizá también a México _ son inútiles en el mejor de los casos y contraproducentes, en el peor.
Empero, son también un poderoso recordatorio de lo importante que sigue siendo el compromiso de Estados Unidos. El vacío dejado por la retracción estadounidense sería ocupado por alguien más: México está demasiado consumido por sus asuntos internos; Brasil todavía es rehén de su tradicional diplomacia anti-intervencionista; sólo Chávez y La Habana (uno con dinero, la otra con habilidad y experiencia) pueden llenar el vacío.
En una región que por mucho tiempo ha sufrido el compromiso excesivo del "Coloso del Norte", el final de la era de intervención sólo puede ser bien recibido en muchos sentidos. Una presencia menos intrusiva de Washington ampliaría el margen de maniobra de algunos gobiernos regionales y obligaría a otras naciones a asumir sus responsabilidades.
Sin embargo, no es deseable que Estados Unidos se desentienda indefinida y completamente de la región; hay muchos puntos en la agenda latinoamericana que dependen de la cooperación o el apoyo estadounidenses.
Lo que necesitamos es una forma diferente de participación: ni las políticas intervencionistas del siglo XX ni la ausencia de políticas en el XXI. Quizá este compromiso podría darse como parte de un organismo regional, que le diera al gobierno de Obama la posibilidad de abordar los desafíos presentados por Chávez y la izquierda latinoamericana de una manera abierta y dentro de un marco legal aceptado internacionalmente.
Eso podría permitirle a Estados Unidos distinguir entre los asuntos que caen propiamente dentro de la política interna de un país y aquellos que violan tratados o acuerdos de aceptación internacional. Estados Unidos no estaría violando el derecho internacional al imponer sus opiniones; en cambio, Chávez lo estaría violando por no cumplir con las obligaciones de su país.





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